miércoles, 25 de diciembre de 2019

Acto de graduación


Para 25 de julio del 2018 estaba programado el acto de grado. En el mismo se formaliza la entrega del Título de bachiller acreditado por la República Bolivariana de Venezuela. Sebastián mostraba alegría por la realización de este evento y además había preparado muy bien la petición del título en representación de todos sus compañeros.  El director le había entregado con antelación un párrafo que podía leer o decir de memoria. Quedó en incertidumbre si debía mencionar a las autoridades del Ministerio del Poder Popular para la Educación, o no hacerlo, lo cual se decidiría el día del acto. Él se preparó para los dos escenarios. Ensayamos el breve párrafo a fin de que le diera tanto el volumen de voz, como la entonación adecuada que tendría que hacer la solicitud a través de un micrófono con un equipo de sonido de uso profesional.
Con antelación le dije, que como no tuvimos gastos adicionales por la fiesta y demás actividades que había organizado el comité pro-graduación, le compraría un uniforme nuevo para ese día tan especial. Su respuesta me  sorprendió: “yo ya me fui de ese colegio así que para que me vas a comprar otro uniforme”. Así que del ropero seleccioné el mejor uniforme, incluido el mejor par de zapatos, y estrenó solo ropa interior, que le había comprado la madre, antes de irse en busca de futuro.
El 24 por la noche se duchó y eliminó su barba y completó otros aspectos de su higiene personal. Ese 25 de julio re-iniciamos la misma lucha, levantarnos temprano, tomar el desayuno y empujarlo para que estuviera listo para la llegada del transporte que habíamos contratado. Sin embargo para él no había apuro, todo lo hizo a su ritmo, casi ritual; vestirse, tomar el desayuno, cepillarse, peinarse y perfumar un poquito su camisa. Una vez listos llamé el servicio de transporte.
Nuevamente durante el pequeño viaje al Club Luso Venezolano de la ciudad de Araure, le repetí sobre el encuentro con representantes y amigos, que ya tenía una semana sin ver. Que recibiría abrazos y besos por doquier y que debía corresponder. También revisamos el texto del corto parlamento que debía leer. Yo parecía más bien su secretario privado que su padre. Llegamos temprano al sitio de reunión, y nos dirigimos al salón principal de eventos del club. Nuevamente le recordé mantenerse atento a las expresiones de afecto de sus amigos y conocidos y además le dije: es tu día disfrútalo, permanece más tiempo con nosotros, no de vayas. Se puso serio con esos comentarios pero era la única forma que tenía de mantenerlo pendiente de todo. Sin embargo mientras esperábamos en las afueras del salón, inició su conducta repetitiva de desplazamiento de una parte a otra, pero se mantenía alerta y aceptaba los saludos de sus compañeros y otros adultos, no obstante, no se incorporó con ningún grupo de compañeros, quienes en la medida que llegaban, se reunían alegremente.
Nos organizamos en el salón de acuerdo a lo establecido en el protocolo, el cual había sido ensayado dos días antes, aunque con muchas ausencias, por lo que las instrucciones fueron, orienta a los que no saben, y así lo hicimos. Cada estudiante con sus padres en estricto orden alfabético, los demás representantes, amigos e invitados, se sentaron en la parte de atrás.
El maestro de ceremonias inició el acto con la lectura de la agenda, lo cual me permitió saber con antelación, el momento cuando Sebastián debía hacer la petición del título, así como la ubicación del micrófono que utilizaría. Por supuesto que él no estaba pendiente de esos detalles, y yo le iba informando.
Se veía muy tranquilo, como siempre, una actividad más en su vida, sin mostrar exaltación o nerviosismo, y esto si se apreciaba en muchos de sus compañeros, en especial las bellas jóvenes que se habían maquillado y parecían de mayor edad.
Se fue cumpliendo la agenda y algunos momentos fueron muy emocionantes, daba la impresión que estaba centrado en el acto, aplaudía al oír que aplaudían, más no porque interiorizara el motivo para el aplauso. Cuando el maestro de ceremonias lo nombró para que hiciera la petición del título, fue muy aplaudido, se levantó y  me preguntó si debía nombrar a las autoridades del Ministerio de Educación, y le dije que no, que solamente al director. No había olvidado eses detalle. Un poco antes me di cuenta que no habían devuelto el micrófono al paral desde donde hablaría. Me acerqué furtivamente y se lo hice saber al director de ceremonia, quien al principio no me entendió, pero luego dio instrucciones de que se colocara el micrófono, sin embargo esto se hizo casi en el mismo momento que debía hablar. No mostraba señales de nerviosismo por esa parte especial de hablar ante más de 300 personas. Estaba acostumbrado a esos escenarios por sus actuaciones en música y teatro. Él se dio cuenta de ese detalle del micrófono, y cuando le correspondía dirigirse a las autoridades se tomó un tiempo que se me hizo una eternidad. No sé cuántas cosas pensó el presídium, ni tampoco el público y lo más bajito que pude le dije lee. Claro que se oyó porque yo estaba lejos. Él se acercó y con su tremenda voz en alto volumen preguntó: ¿me escuchan ustedes? Hizo retumbar el salón, las reacciones fueron varias, primero rieron y luego en coro contestaron con un largo sí. Fue su manera de asegurarse que todo estaba bien con el sonido. Procedió a leer la petición del título de acuerdo a lo que tenía en el escrito, e inmediatamente el director contesto: “por la autoridad de la ley les confiero el título de bachiller de la República Bolivariana de Venezuela”. Se armó la algarabía de los muchachos y cuando al fin se serenaron, dieron continuidad a la agenda con la entrega de los títulos y las medallas. Le dije que debía repetir exactamente lo que harían los primeros que le precedían en la lista. Llegaban con sus padres cerca de la tarima, allí se separaban, el graduando subía a la tarima por el lado derecho, saludaban estrechando la mano a todos los docentes en el mismo orden que estaban sentados. El director  les entregaba el diploma, y seguían estrechando la mano del resto del presidio. Alguno de ellos les hacía entrega de la medalla; bajaban por el lado izquierdo donde la madre o un familiar, recibía la medalla y se la colocaba al graduado, quien luego pasaría a una mesa para firmar el acta de recepción de título.  Cuando le correspondió, hicimos todo lo planificado. Lo flanqueamos su abuela materna y mi persona. Mas sin embargo, cuando llegó arriba solo le dio la mano a la profesora que le entregó la medalla, y fue directo con el director, pero en ese momento falló la electricidad y Sebastián no alcanzó a recibir su título. Luego de esperar unos minutos se decidió continuar el acto en la penumbra. El director le entregó su título, luego bajó y me dio la medalla y yo se la pasé a su abuela quien se la colocó y lo beso. Solo con luz de linterna celular pasó a firmar.
Bajo penumbras se continuó con la entrega de la totalidad de los títulos y medallas. El maestro de ceremonias continuó todo a capela, así como las demás intervenciones, a saber, discurso del director, orador de orden, palabras del propietario del colegio, y el orador por los estudiantes, todos lo hicieron con la mejor voz que tenían, sin que se perdiera la emoción del acto, ya estábamos acostumbrados a las fallas eléctricas, una más, aunque en un acto tan importante, no nos afectó mayormente. Obviamente Sebastián prestaba atención cada vez que yo le preguntaba si estaba oyendo. Sin embargo aplaudió mucho a su compañero José Torín a quien correspondió dar el discurso en representación de sus compañeros graduados. Igualmente cuando anunciaron que se entregarían los reconocimientos a los mejores promedios, dijo: ‘’ el mejor seguro que será Torin”. Y así fue y el aplaudió mucho, reflejando gran alegría por ese logro de su compañero. El mejor entre 75 estudiantes. Igual alegría cuando nombraron al segundo y tercer lugar. Sebastián ocupó el quinto lugar aunque no fue nombrado. Al culminar el acto se llenó el recinto de mucha alegría, y la única luz era la de los celulares y cámaras tomando fotografías de los grupos. Nos tomamos las nuestra familiar y como estaba cerca del cuerpo de profesores aproveche para tomarle fotos con ellos; pero él no buscó a ninguno de sus amigos. Solamente los que encontramos camino a la salida. No reflejaba alegría especial por tener el título en sus manos; luego de un rato de ver al resto de muchachos y padres saltando y gozando, haciéndose diversas fotos, nos dirigimos a la salida y pasamos por frente a los diversos grupos y solo accedió hacerse fotos con algunos
Le dije que lo invitaría almorzar por ser un día muy especial y me dijo:” prefiero ir a casa y tu cocinas”. Bueno así culminó  el acto protocolar y terminamos en casa cumpliendo el deseo de Sebastián, me puse a prepararle su almuerzo, mientras sus hermanos y su mama, todos desde el exterior del país, le llamaron, respondiendo con alegría que ya era bachiller, finalmente continuó su rutina, en este caso se puso a ver televisión,  como si no hubiese habido nada especial. Con diferentes sensaciones cada uno de nosotros dos, disfrutamos este día. Había culminado una dura lucha de once años y se había logrado que Sebastián aun con su condición Asperger, estuviera dentro del grupo de los mejores estudiantes del colegio, ganándose el aprecio y respeto de directivos, compañeros estudiantes,  y profesores, y quienes exigiéndole mucho, lo apoyaron.



sábado, 21 de diciembre de 2019

Misa de agradecimiento por graduación

Después de cinco semanas de haber terminado la parte académica, le correspondió a Sebastián cumplir con los dos actos protocolares de graduación. Estos eran, la misa, en una iglesia católica de la ciudad, y el acto formal de entrega del título de bachiller, por parte de las autoridades de la institución educativa, y representantes locales del organismo rector de la Educación en Venezuela, actos que se realizarían en lugares y fechas acordados. 
La misa se planificó para el día 18 de Julio de 2018. Esta actividad fue organizada totalmente por el comité pro-graduación, constituido por padres y representantes, así como los estudiantes que representaban a ambas secciones.
Sebastián por la noche del 17 se afeitó la barba, se lavó el cabello y tomo su ducha correspondiente. Normalmente él no es expresivo ante los eventos, es más fácil saber cuándo no le gusta o no lo quiere hacer, que cuando le agrada algo. Sin embargo se mostraba alegre, aplaudía y daba los típicos saltitos repetitivos, cada vez que yo le comentaba con alegría, que al día siguiente iríamos a su misa de graduación.
Nos levantamos muy temprano ya que es parte de su rutina diaria desayunar.  No recuerdo que haya salido alguna vez a la calle, sin tomar algo en la casa. Cumplir con este aspecto siempre nos preocupamos tanto su madre como yo. Desayunó bien y luego se vistió  a su ritmo. Un ritmo lento y parsimonioso casi ritual, sin encontrar manera de apresurarlo sin crearle estrés. Las instrucciones eran siempre las mismas. ¡Vístete rápido! ¡Colócate talco en los pies! ¿Te pusiste desodorante? Ya viene el transporte apúrate. Todos los días habían sido así y este día no fue la excepción. Ya listos para salir, llamé un transporte particular que había contratado para que nos trasladara, ya que vivimos fuera de la ciudad y el transporte público era un verdadero problema, además, la iglesia quedaba fuera de las rutas convencionales, y sobre todo, porque era un día especial.
Durante el traslado le iba hablando de la importancia y significado de ese acto al que asistiríamos. El no recibió educación religiosa durante los últimos años. Si bien la familia tiene sus raíces en la iglesia católica, salvo la abuela materna, ni la madre, ni mi persona somos practicantes de esa o cualesquiera religión. Le explique un poco lo de la misa y además que se reencontraría con sus compañeros, que lo abrazarían y que las compañeras además de abrazarlo lo besarían. Arrugo un poquito la cara porque nunca la ha sido fácil dar y recibir estas expresiones de afecto ni siquiera con la familia. Le advertí que lo quería ver con sus compañeros, que hoy era un día especial y no podía aislarse que yo lo estaría observando.  Llegamos a la iglesia con bastante tiempo y en la medida que lo hacían sus compañeros de estudio, los iba saludando sin mostrar mayor exaltación o demostrar mayor alegría. Casi como un día normal de clases. La muchachas sabedoras del comportamiento de Sebastián, se le acercaban y mostraban su afecto en este penúltimo día de compañerismo, y el aceptaba y daba su saludo y de ser el caso se dejaba besar, mas no correspondía con un beso en la mejilla.  De cuando en cuando me miraba como diciéndome, bueno estoy cumpliendo tus recomendaciones.
Antes de iniciarse  el sagrado acto, fueron organizados para ocupar los lugares de acuerdo al criterio de los responsables de protocolo. Los estudiantes adelante y los representantes y familiares atrás. Se inició el acto llevando ofrendas al altar y le correspondió  junto con otros compañeros llevar una ofrenda.  Esta la llevaron desde la entrada por el canal central, hasta el altar. Cumplió su responsabilidad sin mostrar ninguna emoción. Pasó frente a su familia sin siquiera mirarnos. Los otros muchachos sonreían pero él no. Estaba ejecutando una asignación más, un trabajo. Luego ocupó su lugar e intercambiaba muy poco con sus compañeros que tenía a ambos lados.
Durante la misa, las lecturas fueron hechas por los estudiantes seleccionados para ello. Un cántico especial por parte de una estudiante, casi una artista profesional, nos trasladó a otro mundo, quizás pasamos cerca del mundo donde en ese momento se encontraba Sebastián ya que mentalmente ya se había ido. La Homilía muy concreta por parte del sacerdote, con un mensaje de optimismo, y apenas haciendo alguna pequeña referencia, a la crisis que vivimos los habitantes de Venezuela. Cuando el sacerdote dijo que nos diéramos unos a otros el saludo de paz, Sebastián no se movió, recibió el saludo de sus compañeros cercanos y se quedó allí. Fui hasta él y le dije que se incorporara a la actividad que todos allí estaban realizando, incluida su familia, y les diera el saludo de la paz. Así lo hizo y en verdad que mostraba satisfacción.
Terminada la Misa, todos los presentes empezaron a reunirse para hacerse fotos con sus más cercanos amigos, y luego con sus familiares. Nuevamente tuve que “empujarlo” para que se reuniera con los amigos para hacerle fotos. No fueron muchas. Le hice fotos con su abuela materna Dilia, y su tío José Rafael. Su madre por razones muy justificadas no pudo estar. Luego nos reunimos en la entrada de la iglesia con los amigos más cercanos y sus familias, para tomarnos más fotografías para el recuerdo, allí posó muy sonriente y se veía que lo estaba disfrutando.
Nos despedimos de todos y nos dirigimos a un centro comercial para tramitar una línea para un teléfono inteligente que le había mandado su mamá como regalo. Esa parte sí que la estaba esperando. Era muy importante ya que era la primera vez que tendría un teléfono de estas características ya que siempre se le dio el más económico, debido a la inseguridad imperante en la ciudad, donde en cualquier esquina o transporte, puedes ser víctima de un atraco y perder tus propiedades. Él nunca pidió un equipo como este y tampoco estaba al tanto de todas las bondades  técnicas de los mismos y menos todo lo que podría hacer. Usaba el mío solo para ver vídeos en YouTube. Bueno no tuvimos suerte ese día y aplazamos esta gestión para la siguiente semana. Obviamente que no le gustó mucho pero nada podíamos hacer. Durante el resto del día, no hizo ningún comentario sobre la misa y su reencuentro con sus amigos y compañeros de clases. Ya en la casa yo le preguntaba su opinión y solo me decía que lo había pasado bien, y como tal, simplemente pasó la página dedicándose a sus actividades personales. Yo lo había pasado muy bien y feliz por la actividad, una actividad que por su condición asperger la disfrutó a su manera, y no podemos saber, a ciencia cierta, que significado haya tenido para él. 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Segundo año de educación diversificada PARTE II

Desde la educación primaria sus exposiciones siempre fueron muy brillantes, y en este último año se continuó utilizando sistema mapa conceptual y mapa mental, y se elaboraba una lámina de papel bond como apoyo para la defensa. Detrás de cada exposición un veinte o un diecinueve, y normalmente al salir de clases me hacía siempre una llamada a mi teléfono para informarme de los resultados, en este caso siempre positivos. Aunque él no lo manifestara,  entendía que para mí era muy importante su éxito. Las dificultades más fuertes las encontró en matemática, física y química.  Estudiaba con esmero todos los objetivos, resolvía todos los problemas y ejercicios que explicaban los docentes, consultaba en Internet nuevos problemas y actividades, vale decir, se preparaba muy bien. Sin embargo no pocas veces los resultados fueron frustrantes, para él y para mí. En algún examen de química se deprimió lo que no era usual, así que yo opté por hablar con la docente quien gentilmente me indicó que se equivocaba en algunos detalles. Sin embargo en el examen, en el cual más del 70% estuvo aplazado, incluido Sebastián, yo encontré que cada pregunta de esa prueba tenía errores del docente; resalte en rojo los errores y le dije a Sebastián que se lo entregara a la profesora para que repitiera la prueba. No era culpa de los estudiantes. Cuando terminó la jornada de ese día, le pregunté que había dicho la profesora y me dijo que no se lo había entregado, sin explicarme porque no lo había hecho. Repitió la prueba junto con los demás aplazados y obtuvo buena calificación. En matemática y física yo no podía ayudarlo mucho, tal como lo había hecho hasta el año anterior, por cuanto ya él sabía de esas áreas mucho más que yo. Sin embargo siempre le conseguía errores en la parte que llamamos la carpintería, sumas o restas mal calculadas, la omisión del signo negativo en alguna cifra y otros detalles que conducían a error en los resultados finales. Pero me daba dolor ver su lucha por salir bien, y sin embargo pese a los análisis secuenciales, inferencias y conclusiones, que hacía en los exámenes, sacaba muy baja la puntuación. Había rumores que los estudiantes que asistían a talleres pagados, que dictaban mismos profesores de las materias científicas, practicaban allí ejercicios similares al de los exámenes. Lamentablemente llevarlo a esas clases significaba más inversión de mi tiempo y dinero. Así que nos la jugamos con lo que podíamos y aprovechaba las pruebas de recuperación, así como algunos trabajos adicionales para mejorar las calificaciones bajas.
Así fue la lucha durante todo el quinto año, hasta el último día de actividades formales, Justo ese día debió presentar  una evaluación de matemática y otra de física. Además debía entregar un problemario resuelto de matemática, parte del mismo lo resolvió  en el colegio porque no había recordado que era para ese mismo día, y además, no tuvo tiempo de hacerlo en casa, pero como sabía mucho, se puso terminar ese trabajo y lo logró y me dijo que le había pedido ayuda al mejor de la clase. Igualmente ese día me enteré que había un problemario de física, el cual debía adquirir, resolver y entregar dentro de un tiempo prudencial. Él no se enteró de tal trabajo. Tampoco me había dicho que debía ensayar un baile grupal que formaba parte de la evaluación complementaria de varias asignaturas. Por la noche me informaron que debía llevar una vestimenta especial. A esa hora a buscar ese traje. Lo hice ensayar los pasos ya que no los ejecutaba bien. Había mucho pesimismo en el grupo, o estaban  pensando en otra cosa, menos en resultados académicos. En el baile grupal también salió muy bien. Al mismo tiempo, debía entregar un informe de castellano sobre una obra de teatro, a la que debió asistir unas semanas antes, ya que un grupo profesional de la capital, vino a presentarla a todos las instituciones educativas de la zona de Acarigua-Araure, en un teatro de la ciudad. De esto si se enteró y me llamó para decirme que había un problema, debía hacer ese informe de la obra a la que había asistido y ya no recordaba nada. Le dije que ya lo resolveríamos. Aunque yo no había asistido a la obra, pero si la conocía, por la tarde de ese día, le organicé la información, y él debía transcribirlo, pero le dije que en la medida que lo fuera desarrollando debía recordar lo que él había visto en el teatro, y fuera incluyendo esa información. Así lo hizo y logró, no solo la máxima calificación sino que ese día, más nadie entregó ese informe. Dos puntos más no les importaban a sus compañeros. Bueno así era  el mundo académico de Sebastián en esta etapa, siempre cumplió con todo y ocasionalmente mostró algún malestar por cansancio o estrés, que los superaba con alguna recreación.
Paralelamente desde el inicio del año escolar 2017-2018 empezaron padres, representantes y estudiantes, a organizar las actividades finales para la graduación. Como sabemos para otorgar los títulos hay un acto formal organizado por la institución educativa, y otras actividades de las cuales puede o no participar la institución. Incluso ya se contaba con un fondo desde cuarto año. Se realizaron sendas reuniones donde se hicieron propuestas. Unos querían fiesta, otros un viaje y algunos solo el acto. Se buscaron presupuestos y una reunión en la cual hubo más peleas que acuerdos, el grupo se dividió. Como había dos secciones, cada una decidió organizar su actividad, salvo el acto de grado, la caravana y la piscina nocturna, que sería común.  Un grupo haría fiesta y otro se reuniría en una granja. Había que hacer aportes económicos periódicos para completar los presupuestos. Por supuesto que Sebastián no opinaba ni participaba en todo ese movimiento pro graduación. Le consulte y decidimos que solo asistiríamos al acto de grado. En noviembre del 2017 ya la inflación iba en ascenso y mis cálculos me indicaban que los presupuestos habría que inflarlos para que estuvieran acorde con el mes de julio del 2018. Mis proyecciones de ingresos y lo de la madre no cuadraban para obtener ese compromiso. Además, en mi opinión, la participación de Sebastián en una fiesta o en una granja, no haría diferencia y allí seguiría su patrón de comportamiento, con el cual se va a su mundo, aunque esté rodeado de sus compañeros. No era algo que para él fuera transcendental y que lo recordaría toda la vida. Sería una actividad más, y además en noviembre del 2017, él  no manejaba a futuro el criterio de graduación, sino que estaba en 5to año y eso se le parecía muy importante. La terrible inflación del 2018 hizo que muchos padres no pudieran cumplir con lo acordado y se retiraron de los eventos, y se quedaron con la parte formal de la graduación, tal como yo lo había decidido antes para Sebastián

martes, 10 de diciembre de 2019

Segundo año de educacion diversificada PARTE I

En octubre de 2017 inició el último año escolar de secundaria, también le llamamos culminación de bachillerato, o culminación de la secundaria, y comúnmente todos los padres decimos, que nuestros hijos están en quinto año, olvidando que legalmente se trata del segundo año de educación diversificada, ya que el sistema educativo venezolano comprende cuatro niveles y seis modalidades cuyas terminologías no nos son familiares. En todo caso, nuevamente el inicio de la lucha para mantener a Sebastián muy organizado y competitivo. Aplicar lo que se había venido practicando en años anteriores: clase vista, clase estudiada; trabajos asignados, trabajos investigados; plan de trabajo para organizar exámenes, trabajos y exposiciones. ¡Anota todo lo que te digan en el salón! Al salir de cada clase me llamaba para darme la información de las asignaciones y me pedía que yo  las anotara. A veces él registraba las tareas, otras veces no, y como siempre se debía llamar a compañeros de clases para averiguar y aclarar dudas. Ya en este año, tenía más confianza de hacer las consultas a sus amigos él directamente, lo único que yo le decía era que no llamara siempre a los mismos compañeros o   compañeras de estudio, para que no se fastidiaran. Algunos tenían paciencia, otros le contestaban que no sabían, algunos no le contestaban, y siempre conseguía a alguien para informarle de algún punto o deber específico que no había anotado. 
Hasta mediados del tercer trimestre de cuarto año él trabajó formando equipo con su grupo que tenía desde segundo año. No obstante, surgen intereses personales de sus miembros como el tener novia, salidas en grupo, fiestas, etc. Por supuesto que Sebastián, no era invitado a estas actividades y finalmente lo apartaron del grupo. En quinto año le dije a Sebastián que siguiera con su nuevo grupo y que hiciera de director. Los muchachos que no tenían grupo eran estudiantes inconstantes en sus deberes y poco les importaba faltar ese día o simplemente no traer las asignaciones y los trabajos y lo más preocupante, sin haber preparado sus exposiciones, Había hecho mucha amistad con otro joven, también con alguna condición especial, y un poco apartado por sus compañeros, pero además no era constante en el cumplimiento de asignaciones y muchas veces faltaba sin ninguna razón, pero era muy inteligente y defendía bien sus puntos. Asumí el reto de mantener los altos promedios de mi hijo aun sin un buen equipo. El investigaba los temas en internet,  les asignaba los puntos a cada uno y cada quien debía llevar su parte escrita en el formato que correspondiera para ensamblar el trabajo y graparlo en la institución, además de listo para la exposición. Al principio no todos cumplieron y se decidió en trabajos posteriores colocar los integrantes del equipo en el informe del trabajo, justo en el colegio, y quien no llevara su parte no se colocaba y se pondría la observación, “fulanito no hizo su parte”. El costo económico de los trabajos lo asumían entre dos o tres  integrantes porque tampoco los demás aportaban, la mayoría de las veces solo David y Sebastián. Igualmente para las exposiciones acordamos que se elaboraría una o dos láminas de papel bond para el uso de todos, pero los costos de las láminas subieron y los muchachos no colaboraban con los gastos, así que decidí que cada quien preparara sus recursos para la exposición. Obviamente que David y Sebastián eran los únicos que llevaban lamina para una mejor presentación de su trabajo y los profesores la mayoría de las veces, solo calificaron el trabajo individual y no el grupal, justo porque ya sabían lo que sucedía con los grupos. A pesar de todo esto, a Sebastián nunca le preocupó si sus amigos colaboraban o no, a él le era igual. Nunca les llamó la atención por irresponsabilidad en la entrega. Me llamaba a mí para informarme que alguno no había cumplido y cuando le preguntaba por el dinero para compensar los gastos, me indicaba que había olvidado pedírselo. Su actuación ante las circunstancias fue por mi influencia,  para hacer que los otros muchachos se preocuparan por sus trabajos y además que aportaran para los gastos incurridos, pero no porque a él le pareciera que eso era relevante.
Dada la difícil situación del país, los docentes dejaron de asistir a la institución educativa para cumplir con sus labores; de la mayoría de las asignaturas que debían cursar en este último año, solamente cinco o a lo sumo seis fueron dictadas formalmente. En materias como castellano, e inglés, así como las asignaturas creadas por decreto por el Ministerio de Educación, a saber, Grupo Estable y Soberanía, no se encontraba profesor que las dictara. La dirección de la institución ha debido ingeniársela para evaluar a los jóvenes en éstas áreas. Bien avanzado el primer trimestre se iniciaron las actividades en la materia Soberanía. Les dieron los contenidos a investigar  para luego defenderlos en plenaria de clase. Había una carga nacionalista en los temas. Oriente a Sebastián hacia lo que el docente quería oír, y él captó la esencia del trabajo. Preparó esas exposiciones manteniendo la posición nacionalista que los venezolanos no podíamos aceptar que otro país pudiera dictarnos pautas o invadirnos. A él le gustó esta posición y fundamentados en la constitución vigente, defendió muy bien, obteniendo las máximas calificaciones. Para el segundo o tercer trimestre el profesor no volvió. Para otras materias sin profesor, prepararon trabajos especiales para poder "darles una calificación”, y también para aquellos casos, cuando algún profesor se desapareció, sin dejar calificaciones. Sebastián cumplió con lo que se le pedía, y no pocas veces algún profesor contratado no volvía, perdiéndose todo lo que los estudiantes habían preparado. En educación física y deportes tuvieron como tres profesores y cada uno repetía los objetivos que había desarrollado el profesor anterior. Fue un año realmente difícil y muchos objetivos no fueron estudiados. Yo ahondé la docencia en la casa, para que Sebastián llegara a la universidad, en condiciones de abordar esa nueva etapa.


jueves, 5 de diciembre de 2019

Vacaciones de cuarto año en el 2017

A mediados del mes de junio, completó todas sus evaluaciones de cuarto año, con excelentes calificaciones. Al llegar el mes de Julio le puse a desarrollar un plan de estudio y actualización, con una duración de dos horas diarias y de lunes a viernes, que incluía revisiones de las materias científicas y elaborar uno que otro ensayo literario o histórico. En cada materia debía lograr objetivos específicos, como repasar aquellos contenidos que le servirían de base para los objetivos de quinto año, sobre todo en las áreas de física, química y matemática.  Además, debía escoger de mi bibliotecas o la de su mamá algún libro de literatura y leerlo. Recuerdo que su hermano Miguel Daniel a esa edad, nunca aceptó hacerlo y se oponía a que lo cumpliera Sebastián, decía que las vacaciones eran eso “vacaciones”. Sin embargo eran tres meses y medio de tiempo que solo dedicaría a la televisión y video juegos, como ya él venía cumpliendo ese programa desde los años anteriores, ese año no fue la excepción. En mi opinión dos o tres horas diarias de trabajo intelectual durante casi tres meses, les da herramientas a los niños y jóvenes para madurar conceptos, que durante el año escolar ven superficialmente, porque generalmente no hay profundidad en la búsqueda de los objetivos, por lo menos en la educación venezolana. Esto es valedero para cualquier estudiante sea o no de condición especial. Sebastián trabajaba solo sin tutor, y al regresar de mis labores diarias, yo revisaba el cumplimiento del programa, y debo señalar, que nunca se desanimó o mostro alguna conducta negativa, por estar haciendo ese trabajo.
En el mes de Agosto le dije que escogiera una entre varias actividades complementarias que podía realizar. La idea era sacarlo también de la casa y que se relacionara con otros jóvenes. El escogió teatro e ingresó nuevamente a la escuela de teatro de la Casa de la cultura Carlos Gauna de Acarigua Araure del estado Portuguesa. El director de teatro era un joven emprendedor, con una dedicación especial por enseñar teatro a niños y jóvenes, y lo hacía muy didáctico y muy ameno. Le mandó a cada participante del taller a realizar su propio guion. Luego él lo revisaba y le hacía las correcciones de rigor y empezaban a ensayar para realizar la presentación. Fueron tres semanas. Obviamente yo me organicé de forma tal de llevarlo al ensayo y luego irme a trabajar para luego recogerlo y llevarlo a casa de su mamá o la mía, lo cual ya formaba parte de nuestra rutina diaria desde años atrás. Se veía muy feliz y sobre todo que el trabajo era su creación y recibió apenas algunos cambios por parte del docente. Salía muy contento de los ensayos. La obra que él escribió la llamó SANTIAGO y trataba de un futbolista un tanto despistado, o más bien poco ordenado, que a la hora de salir a entrenar o jugar no encuentra sus zapatos deportivos y hace un monologo sobre su angustia por no poder encontrar sus zapatos y llegar a tiempo para jugar, reflejando tremendo malestar y disculpándose con sus compañeros por no poder cumplir con ellos. Ayudé al profesor a montar la "obrita" de Sebastián ya que eran como 8 obras en total y poco tiempo para atenderlos bien. Los últimos ensayos los hizo en casa se practicó mucho la dramatización, se corrigió un poco el guion ya que tendía a divagar y no llegar al nudo del problema que planteaba. Vino la presentación y realizó una maravillosa actuación, que le valió el reconocimiento del público, en el cual habían docentes que habían trabajado con Sebastián en tareas dirigidas o en teatro. La crítica le fue buena. La actuación no le fue tan difícil, ya que se interpretó así mismo, y en su obra sacó afuera su problemática de encontrar las cosas justo a la hora de la salida de casa para alguna actividad, no obstante la pregunta frecuente: ¿tienes todo listo Sebas? Si te dije que sí, era la respuesta, pero siempre algo le falta, porque en el carro comenzaba el inventario y por supuesto faltaban cosas. Y tampoco era extraño que durante la mañana estando en clases, me llamara porque había olvidado algo, y no pocas veces debí correr a buscarlas o que su mamá las llevara, porque eran evaluaciones para ese día. Teníamos que ingeniárnoslas para poder apoyarlo. Es normal que los jóvenes se olviden de cosas pero en él se acentúa mucho más. El reflejó en su obra, que el luchaba contra esa conducta, que en el monólogo calificó de irresponsable, aunque nunca en la familia, le hablamos de irresponsabilidad sino de poca colaboración. La palabra irresponsable vino en su argumento en forma espontánea y en su actuación, logró llegar al público con el sentimiento que sentía por no ordenar sus cosas, que forman parte de su vida. Una facilitadora le escribió por facebook que la había hecho llorar. La directora de la institución de las clases dirigidas, que también estaba en la presentación, felicitó al profesor de teatro por el logro de montar esos monólogos donde cada joven dejo lo mejor de sí mismos, e hizo especial reconocimiento a Sebastián. Bueno mi corazón casi estalla y su mamá bien emocionada. 
Luego de este trabajo, él fue invitado a incorporarse a la escuela de teatro como miembro activo de la misma, sin embargo, cuando le di a conocer la información simplemente me dijo que !no!, que esa era una actividad de sus vacaciones y que él se centraría en sus estudios. Fueron sus decisiones y yo se las respeté. A partir de su incorporación al año escolar 2017-2018 no realizó ninguna actividad complementaria, incluso las clases de piano se suspendieron ya que el docente no podía ensenarle más, debido a otros compromisos con instituciones gubernamentales. Lamentablemente en la zona no hay profesores de piano conocidos y ha debido continuar estudiando piano en forma autodidacta, más porque yo lo impulso, y no porque viva la pasión por la música.
 

sábado, 30 de noviembre de 2019

Tercero y cuarto año

Hasta la culminación del tercer año, estuve ayudándolo en todas las materias. El hacía su plan de trabajo en una hoja de World que luego almacenaba en Drive, con lo cual yo podía ver lo que él tenía pendiente. Yo revisaba tanto el plan como la ejecución del mismo. Era una práctica que veníamos ejecutando desde la educación primaria y que se perfeccionó en secundaria. La preparación de cada materia se hacía cuidando al máximo los detalles y para  las exposiciones se utilizaba, una lámina de papel bond, donde reflejaba su mapa mental, el cual se fundamentaba en el mapa conceptual; al esquema  le añadía algunos aspectos, que según mi experiencia, me parecían relevantes, con ejemplos prácticos o en su defecto, alguna anécdota, así como también algunas relaciones con la vida diaria. Este sistema de trabajo se hizo rutinario y lo manejaba a la perfección. Se practicaban las presentaciones tanto frente a mi como con su mamá, cuando estaba con ella, usando las técnicas conocidas para una buena comunicación. En casi todas las exposiciones que realizó en el colegio siempre obtuvo la máxima calificación y casi ninguna corrección por parte del docente. Ya para este momento poseía un timbre de voz grave, y un desenvolvimiento como el mejor profesor. En el colegio se usaba como ayuda principal la lámina de papel bond, ya que la institución educativa no disponía de otros ayudas audiovisuales. Ocasionalmente usaron video-beam alquilado por los propios estudiantes y yo lo apoyaba para el uso del PowerPoint.
A partir del cuarto año algunos contenidos ya no me eran tan familiares, sobre todo en física, química y matemática. Yo le dije: hijo cada vez es menos lo que puedo ayudarte, debes trabajar tú solo. Y así lo hizo. Las materias científicas las estudió prácticamente sin mi ayuda. No obstante muchas veces el gran esfuerzo de horas de trabajo no se reflejaban completamente en los exámenes, pero luego se preparaba para las pruebas de recuperación que sumado a otras calificaciones le permitían lograr los objetivos. Sin embargo la auto-organización se le hacía difícil. El debía simultáneamente prepararse para las pruebas de recuperación así como para las demás evaluaciones y presentación de trabajos. Yo debía estar siempre pendiente de todo y ayudándolo en la organización, y ejecución incluso estableciéndole el orden y prioridad de las actividades que debía ejecutar, y también el tiempo a emplear en la preparación de cada materia. Con cierta frecuencia le chequeaba como iba, o sí en algún problema que no lograba el resultado, le ayudaba a conseguir el error, no pocas veces el error estaba en que había copiado mal la clase o había un espacio en blanco en su cuaderno, justamente porque en plena clase, se dejaba llevar por sus pensamientos, sueños o ideas. Le era fácil "desaparecer del salón". En su mente siempre estaban sus programas favoritos de televisión, los que tenía programados, los que tenía grabando o simplemente  el recuerdo de alguna escena cómica y repentinamente se echaba a reír, sin molestar a los demás, pero sin que para ellos tuviese  algún sentido.  Al respecto, en una reunión o consejo de profesores, un docente dijo que Sebastián era muy inteligente pero que presentaba falta de atención. Una profesora, que si estaba consciente de la condición especial de él,  les comentó a los demás profesores, que los que no estaban concentrados eran ellos, porque Sebastián justamente se concentraba de tal manera en su mundo, que se alejaba del nuestro. Además la profesora explicó acerca de la condición asperger que si había detectado en el joven. Los docentes me llamaron y se extrañaron que yo no les hubiese hecho saber ese información, les expliqué que no lo había hecho, justamente para evitar que lo trataran diferente a los otros estudiantes, y que no se le exigiera por igual. Así se hizo hasta el último día de clases y de exámenes en quinto año. En este orden de ideas quiero destacar que estoy consciente que algunos profesores sí tuvieron un cierto trato especial con él, ya que como su comportamiento era ejemplar, su asistencia casi 100% salvo algún malestar que lo obligara a no asistir, sus fallas no eran por irresponsabilidad sino por no haber oído las instrucciones o no haber anotado la fecha tope para la entrega alguna tarea, o en su defecto, detectaban, que sus compañeros lo  ignoraban y no le habían dado la información; por lo tanto le daban la oportunidad de recuperarse; él sé ganaba eso ya  que siempre era muy respetuoso. Para todo pedía permiso o se disculpaba, y cuando se complicaba se iba a la coordinación a buscar solución para algún problema que se le presentara y se echaba la culpa, y sabía que yo me sentiría incómodo porque él había “fallado”. El llamado de atención de mi parte siempre era el mismo: “Sebastián debes anotar todo, te lo repito siempre; ¿Cómo hago para que estés más pendiente de tus asignaciones?, lo que variaba era mi tono de voz de acuerdo a mi estado de ánimo, y él se limitaba a decir,! si papá!, !si papá!, o se quedaba muy callado.

  

sábado, 23 de noviembre de 2019

Grupos para trabajos y deportes

A partir del segundo año de bachillerato se incorporaron jóvenes  provenientes de otras instituciones educativas. Para su primer trabajo de grupo decidieron que se realizaría en nuestra casa. Solo dos asistieron a ese primera reunión y no aprovecharon bien el tiempo. Me llamó la atención que eran muchachos nuevos  provenientes ambos del mismo colegio, los que se unieron a Sebastián para la realización del trabajo. Sin embargo se inició una relación de amistad, y uno de ellos, Edward,  vivía por nuestra ruta, así que le ofrecimos llevarlo cada mañana al colegio, y aquellos días que regresábamos al medio día a mi casa, también se venía con nosotros. Me tomé la obligación con Edward por cuanto me facilitaba la organización del trabajo con Sebastián. Me informaba sobre las asignaciones y lo que había que hacer, pero a fin de cuenta niño aun, a veces él mismo no estaba al día con las obligaciones, y por lo tanto yo debía correr por los dos. Cuando la conformación de los grupos era de cinco integrantes, Sebastián  era parte del equipo junto con los amigos de Edward, pero cuando los profesores indicaban que los grupos eran solo cuatro, Sebastián se quedaba por fuera. Yo nunca sabía cuándo eran de cuatro o de cinco, sino por la noche al momento de realizar sus trabajos, o el fin de semana era cuando me enteraba de la situación. La primera vez que eso ocurrió me moleste con Edward ya que no me avisó y yo pretendía que el me informara hasta esos detalles, yo pensaba que por el cariño y atención que le dábamos, debía participarle a Sebastián que no estaba con ellos. Pero simplemente lo ignoraban. Cuando esto pasaba, ya los demás grupos estaban completos, así que varias veces debió hacer los trabajos en forma individual como única solución para que no fallara. Otras veces los muchachos discriminados por sus compañeros se unían y hacían un grupo e incluían a Sebastián porque sabían que el haría el trabajo por ellos. Menos mal que los docentes así se lo permitieron. De esta forma se logró mantener Sebastián dentro de un alto rendimiento académico. Yo le pedía a Sebastián que hiciera un grupo aparte de los amigos de Edward, pero cuando ello le decían que trabajaría con ellos el no sabía decirles que no. Estimaba a ese grupo en especial a Edward.
Sebastián participó en todos los juegos inter-cursos que organizaba anualmente la institución. No era deportista pero formaba parte del equipo de football o de basketball de su salón. Jugaba pocos minutos pero el era conforme con participar y generalmente su equipo era descalificado muy rápido, En unos inter-cursos me dijo que se había anotado para participar en ajedrez. Yo le dije que él no sabía jugar. Sin embargo insistió y durante la semana previa a los juegos, hicimos  partidas en la casa practicando lo básico del ajedrez y así con escaso nivel y conocimiento del juego participó en el torneo y por su puesto, rápidamente eliminado, no obstante, él disfruto muchísimo el haber tenido esa competencia. El hecho individual prevaleció sobre lo grupal. A partir de ese momento siguió cultivando ocasionalmente el juego de ajedrez, y participaba en todos los juegos anuales en esa especialidad e incluso, llegó a ganar algunas partidas, pero siempre se quedaba en el camino. En los otros deportes poco lo alineaban porque los muchachos querían ganar y Sebastián no jugaba para ganar. Pero en este aspecto no era el único caso, ya que gran parte de los muchachos no practicaban deporte y solo lo hacían en estos juegos, por la motivación especial  que despertaba competir con los demás grupos de primero a 5to año, durante la clásica "semana del colegio" o juegos inter-cursos. Sebastián se sentía feliz con estas actividades y animaba a sus compañeros.
En General Edward, su mejor amigo, le tenía paciencia; pero no era fácil tener un amigo así, uno que no forma grupos, que no "echa cuentos", que no habla de sus intimidades, que no habla de chicas, y que su único interés eran para ese momento, el cine y los dinosaurios. Así que realmente no llegó a aceptar y comprender la condición especial de Sebastián. Era muy joven para estos análisis y tenía sus propias preocupaciones familiares. Algunas veces se quejaba del hecho que según él, los profesores le prestaban más atención y  eran más suaves en la exigencia académica con Sebastián. Yo los apoyaba a los dos, y traté a Edward como si fuera mi hijo, incluso le inculqué el método de estudio que usábamos, pero él tenía otros intereses, por ejemplo practicaba baseball de alta competencia, tenía muchos amigos, y pasaba mucho tiempo con sus primos, que vivían en otra urbanización, por lo tanto  el tiempo que le dedicaba a los estudios era menor, comparado con Sebastián y de allí la diferencia en el rendimiento académico, a pesar de que Edward es muy inteligente. Por otra parte  concluí que no era fiel amigo, como en aquellos casos cuando lo dejaba por fuera del grupo, sin avisarme y Sebastián no se enteraba y algunas veces llegaba a la clase sin los trabajos porque no se enteraba ya que estaba en ningún grupo, o había algún trabajo especial que Sebastián no había recordado, y que Edward no me había participado no obstante haber estado con nosotros durante el viaje de ida o retorno del colegio. Una vez le llamé la atención al joven por esa actitud ya que percibía que era a propósito para que Sebastián fallara y le hice entrever que Sebastián no se merecía eso, y que en alguna forma yo le ayudaba con el transporte, con la elaboración de trabajos y hasta con clases particulares que no le cobraba, y el joven me respondió con indiferencia. Hable con Sebastián y le dije que tendría que ir buscando otro grupo, pero el era tan noble que cuando Edward lo incorporaba al grupo no se oponía sino por el contrario de mostraba contento. No me quedaba más nada que apoyarlo. Edward sigue siendo su amigo.
Cabe destacar que los grupos se conformaban más por amistad, que por el aporte que podían hacer individualmente al equipo. En todos los trabajos en que participó junto con ellos, siempre Sebastián y otro miembro del grupo llamado Torín, que era el "craneo" de salón y de su nivel, eran los que realizaban las mejores exposiciones. Por eso cuando Sebastián quedaba "liberado", aunque era muy respetado por sus conocimientos y presentaciones, generalmente los otros grupos no lo incorporaban porque ya estaban cuadrados bajos esos criterios de amistad. 

domingo, 17 de noviembre de 2019

Iniciación a los estudios de bachillerato


Inicia la secundaria en la misma institución donde curso la primaria. Toda una experiencia nueva ya que se crean muchas expectativas para los padres cuyos hijos están dentro del rango que se consideran “normales”; para mí significaba todo un reto ya que si bien a mi hijo mayor Rubén, le tocó andar sin mí la aventura del bachillerato, y Miguel, mi segundo hijo, aunque tuvo problemas al inicio de la secundaria, lo pude apoyar hasta que él lo quiso, pero esta vez yo estaba consciente, que la condición especial de Sebastián, me haría hacer un mayor esfuerzo. Ejercí los primeros años de mi carrera como docente en secundaria, y me preguntaba hasta donde los profesores de esta época 2013 y de esta institución, estaban preparados para atender a los muchachos que no estaban dentro del promedio del rango, para responder a las exigencias de esta nueva etapa. Sin embargo mantuve bajo perfil y no informé sobre la condición especial, y Sebastián empezó a asistir a sus clases normalmente, junto con ello, mi tarea para que lograra la rápida adaptación a los bruscos cambios que hay entre primaria y secundaria: de una maestra por aula y algún profesor de deportes, pasó, a un profesor por materia y diez u once materias que atender. Para salir adelante, continuamos con la dinámica del trabajo diario que traía de primaria y además, lo mantuve en el centro de "tareas dirigidas." Sin embargo, yo debía dedicarle tiempo a aquellas áreas, que no eran del dominio de los facilitadores.  Desde primaria le inculque la máxima: clase vista clase estudiada, hacer los trabajos con tiempo y los fines de semana, después de los deberes los placeres. Este modelo  no le gustaba mucho a la madre, por cuanto ella consideraba que eran demasiadas exigencias para el niño ya que algunas veces debía trabajar hasta las 9 de la noche. No obstante, la metodología que yo apliqué, es la misma que puede seguir cualquier estudiante: estudiar dos horas, y un descanso de media hora. Él nunca se mostró fatigado o pedía descansar, al contrario le gustaba hacer sus trabajos y salir bien. Sin embargo, si yo bajaba el nivel de atención o por razones de mi trabajo no lo podía ayudar, mostraba dificultades para la auto organización, aspecto este, que aun hoy en día no ha cambiado y que relataré más adelante.  Esta forma integral de trabajo, le permitió rendir muy por arriba del promedio del salón en las once materias, que comprendían, científicas, generales y complementarias.
Mi mayor dolor de cabeza, al igual como lo fue en primaria, pero que se multiplicó en secundaria, fueron las instrucciones para los trabajos y tareas. Los profesores y profesoras daban muchas instrucciones verbales y por lo tanto, cuando lo buscaba en el colegio y regresábamos a casa, ya no recordaba lo que debía hacer. Para subsanarlo debí ayudarme bien sea directamente con sus profesores, con sus compañeros y también con aquellos padres y representantes que mostraban mayor preocupación por el rendimiento de sus hijos o representados. No pocas veces hicimos llamadas para saber que debía hacer Sebastián y si los trabajos eran individuales o en grupo, si el trabajo era en hoja blanca o en hojas maestro y si deberían hacerlo en lápiz grafito o lápiz tinta y sí era en ésta, de cual color, todo eso porque cada profesor o profesora tenía su modelo y no universalizaban la presentación de los trabajos.  Yo debía estar atento a todos los detalles para poder ayudarlo. Era muy poco lo que recordaba de sus deberes si las instrucciones las daban verbalmente. Y mi receta diaria al dejarlo en el colegio; ¡Sebastián anota todo por favor!, pero no siempre recordaba anotar  en sus cuadernos las asignaciones. Se ponía muy nervioso a la hora de empezar las tareas justo porque había olvidado las instrucciones, incluso las escritas a veces no las tenía completas. Era una lucha para ambos, pero siempre salimos adelante.
Su rendimiento escolar en el primer trimestre de primer año de bachillerato, fue muy bueno, al igual que sus compañeros. Como todos habían hecho una excelente primaria y sus maestras los habían preparado bien en cada una de las áreas, los muchachos no tuvieron mayores dificultades, y dado que Sebastián estudiaba todos los días, obtuvo excelentes calificaciones en la mayoría de las materias. Ya para el grupo era normal que Sebastián se destacara.

martes, 12 de noviembre de 2019

Siguientes vacacionales

Un año después asistió a su segundo vacacional en la misma institución. Ahora mis recomendaciones eran mayores dada toda la experiencia del año anterior, además porque los jóvenes universitarios que habían contratado como recreadores, eran diferentes a los que habían trabajado un año antes y por lo tanto no conocían las condiciones especiales que presentaba mi hijo, ya que parecía más bien un niño retraído que alguien con alguna condición especial. La mayoría de sus compañeros del período anterior también repitieron. De forma tal que no fue difícil hacer que participara en todas las actividades, aportando puntos ganadores a su grupo, que en general le tenían paciencia por algunas torpezas y falta de agilidad en la parte física, comparado con los ágiles, activos y lindos compañeros y compañeras de su misma edad, limitación que compensaba con su aporte intelectual dando respuestas rápidas a cuestionarios y demás actividades de agilidad mental. A sabiendas de esta fortaleza, al formar los grupos de trabajo al inicio del programa, él tenía lugar seguro en alguno de ellos. Las actividades respondían a un programa diario, que con algunas variantes, estaban enmarcadas casi como rutina diaria, que con mucha facilidad cumplía a cabalidad y formalidad. 
En este segundo vacacional hicieron dos viajes a clubes diferentes. Igualmente él decidió que iría solo. Los dos clubes tienen instalaciones muy atractivas para los muchachos. En San Carlos, estado Cojédes hay un club de la fundación del niño. Abundan los llamados "toboganes de agua". Él estaba acostumbrado a lanzarse por esos toboganes. Sin embargo uno de ellos tiene un largo tramo cerrado, y es muy rápido, me dijo que se asustó mucho y no se volvió a subir en ese, sino en los otros.  No obstante él contaba la experiencia riéndose, en el fondo parecía que había disfrutado plenamente la experiencia, no solo de los toboganes sino del paseo en general. Fue un lindo vacacional y en el acto final, recibió su certificado de participación individual y grupal ya que ese año su equipo había logrado una mayor figuración. Cabe destacar, que aunque compartía con su grupo, solo tenía  uno o dos amigos cercanos, pero nunca llegó a la casa comentándolo o pidiendo ir a visitar alguno o que quisiera invitarlos a la casa.  Igualmente, tampoco durante las vacaciones, mostraba extrañar a sus compañeros del colegio. A lo largo del año escolar, no mencionaba nada de la actividad de vacaciones, de sus amigos o de los instructores. 
En su tercer año como miembro activo de los vacacionales, el grupo no viajó, ya que los costos se incrementaron mucho y por lo tanto, decidieron pernoctar en una posada, en lo más alto de la zona de Araure, por la Lucia. Los llevamos al club a las 4 de la tarde y él tomo su transporte y los que teníamos carro subimos con otros representantes para conocer el sitio. En verdad que era encantador, si bien con poco espacio como para albergar tanto muchachos por una noche y mantenerlos  ocupados en diversas actividades, hasta altas horas de la madrugada. Algunos ya llegaban a los catorce años y era mucha tentación el querer realizar actividades personales aparte del grupo. Dejé la posada pasadas las seis, confiado en que pasarían una noche muy linda. Sin embargo a las nueve de la noche empezó a llover, y fue arreciando cada vez más. Algunos padres me llamaban por si acaso yo tenía noticias, y yo llamaba a otros por lo mismo. Fue una lluvia tormentosa y no había manera de llegar hasta allá. Había en el camino varias afluentes y quebradas que sabíamos aumentaban su caudal y causaban inundaciones. No era prudente movilizarse. No quedó más remedio que confiar en que todo estaría bien. No había comunicación telefónica posible. Ellos estaban en lo más alto de una colina.
A las 10 de la mañana del día siguiente estábamos todos los representantes esperando en el club. Algunos habían decido subir con sus carros, pero yo decidí esperar. Llegó sano y salvo. Me dijo que lo paso bien, pero que hubo problemas, ya que el jefe del grupo había intercambiado gritos con los propietarios de la posada durante la noche. Después me enteré que los señores querían, que a las nueve de la noche, los muchachos se acostaran a dormir, ya que no se podía hacer nada por la lluvia, y allí comenzaron los problemas,  los muchachos estaban muy activos. Los coordinadores se las ingeniaron de verdad esa noche. Me informaron que Sebastián caminaba  en el espacio disponible, con su rutina de ir y venir. A nadie molestaba y nadie se molestó. Me contó la historia de la noche anterior sin ningún tipo de emoción.  
Repitió estos vacacionales hasta más allá de la edad permitida, porque su excelente comportamiento lo hacía merecedor de la confianza de estar con niños más pequeños, y la directiva  lo aceptó hasta que ya por su tamaño y su edad, 14 años, sobre salía demasiado del grupo. En general, disfrutó estos períodos de vacaciones. Aprendía haciendo, lo que significaba el trabajo de grupo. La mamá no le gustaba mucho porque él debía levantarse a la misma hora de período escolar, y decía, que el niño no descansaba. Pero él se levantaba feliz para que lo llevara a sus actividades diarias y sus paseos. Compartió en promedio, con 80 muchachos, y nadie lo apartó. Al contrario lo tomaban en cuenta y los facilitadores siempre lo animaban para que participara y lo cuidaban con mucho esmero. Yo compartí esa felicidad de mi hijo.
  

sábado, 9 de noviembre de 2019

Su primer vacional


Sebastián practicó estas actividades a la edad en que cursaba los últimos años de educación primaria y los tres primeros de la educación secundaria. Pertenecíamos al Club Social Luso Venezolano de la zona, y su directiva anualmente organizaba en el período de vacaciones escolares, los llamados “Planes vacacionales,” durante el mes de agosto. Usaban las instalaciones del Club para desarrollar toda la dinámica de recreación y el reto de mantener a más de 100 niños entretenidos, felices, sanos y salvos. No se me hizo tan fácil que el asistiera, la madre tampoco estaba de acuerdo ya que argumentaba que el niño no tendría vacaciones, sin embargo al final decidimos inscribirlo, y él estuvo motivado sobre todo, porque a esa edad, le gustaba la piscina. Había que llevarlo en la mañana y buscarlo a las cuatro de la tarde. La dinámica empleada por los recreadores no le permitía a Sebastián tener mucho tiempo para "escaparse" y participó en todo lo que le proponían tanto física como intelectualmente, integrándose muy bien con todos sus compañeros.  Le llevábamos su almuerzo, aunque almorzaba con su grupo, y luego los muchachos hacían una siesta obligatoria. Se adaptó muy bien a toda la rutina, siempre se veía feliz y hacia comentarios positivos sobre el disfrute del día, cuando lo buscaba después de estar allí 8 horas.

Ahora bien, la mayor preocupación comenzó cuando me dijeron que el plan incluía el traslado durante un día a un club de otra ciudad. Pasaron por mi cabeza miles de situaciones que podían ocurrir, entre ellas que no comiera, que no regresara del baño, que se fueran y lo dejaran solo por allá. Pero allí prevaleció el interés y el deseo de Sebastián de irse de paseo. El día del viaje se lo recomendé a los muchachos mayores y los recreadores me dijeron que no me preocupara, que ellos estarían muy  pendientes. Le dábamos muchas instrucciones y recomendaciones, entre ellas que fuera al baño antes de salir de regreso para que no tuviera tantas horas con la orina acumulada, y que se incorporara al grupo rápido. Bueno la mayoría de los padres hacían lo propio con sus hijos. Tanto la madre como mi persona teníamos amigos adultos que viajaban con el grupo a los que llamábamos, sobre todo a la hora de regresar, aunque a veces no había cobertura o el teléfono ya se les había descargado.
Para el primer viaje le dije a Sebastián que su hermana Dana podía acompañarlo, obviamente había que pagar un adicional que yo estaba dispuesto hacer, con tal que tuviese a alguien cerca. Sebastián me dijo que él quería ir solo, y respetando su decisión se fue de paseo Fue un día muy largo para mí, pero cuando se bajo del transporte, casi a las nueve de la noche y vi su cara de alegría, toda mi preocupación se disipó. Sin embargo, uno de mis temores se confirmó, ya que demoró mucho en el baño antes de abordar el transporte de regreso, el recreador se dio cuenta y fue a rescatarlo. Me dijeron que estaba paradito esperando, ya que su grupo ya no estaba allí.  Casi se queda. Ese primer vacacional fue de gran aprendizaje para todos. Para él su participación en las diversas actividades; para los recreadores, que debían estar muy pendientes de él en los paseos, y para nosotros los padres, que no obstante su autoaislamiento que como conducta tenía,  Sebastián mostro que tenía capacidad de tomar decisiones y manejarlas responsablemente, respondiendo a las exigencias físicas e intelectuales de los trabajos grupales, así como seguridad para viajar sin sus padres.  En la culminación de la actividad recibió su diploma de participación y fue muy aplaudido. Sus compañeros aprendieron a respetarlo y aceptarlo y quererlo tal como era.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Educacion primaria segunda parte




Cuando yo terminaba de trabajar me iba a casa de su mamá o lo buscaba para llevarlo a la mía y revisábamos el cumplimiento de  las asignaciones. Por supuesto estaban casi siempre incompletas o no bien realizadas y generalmente faltaban instrucciones, bien porque no había alcanzado a copiar, o porque eran verbales. Así que opté por colocarlo, por las tardes, en un centro de actividades dirigidas, Mundo Tricolor de Araure, donde lo orientaban y ayudaban en sus trabajos y por lo tanto era menor la revisión que yo debía hacer. A él le gustó mucho, y se esmeraba en hacer las cosas bien, ya que como todo niño después de esas horas de trabajo, estaría libre para sus pasiones infantiles. Sin embargo yo hacía revisiones y correcciones en casa, pero era más liviana la tarea y le quedaba siempre tiempo libre. Una facilitadora estudiante universitaria, fue muy especial, incluso me pedía llevarlo a su casa para preparar materiales para las exposiciones y las maquetas. Aun hoy en día siguen  intercambiando saludos esporádicamente a través de Facebook.


Toda la primaria estuvo asistiendo a este centro de tareas dirigidas y el personal que lo atendió, no obstante mis altas exigencias, lo trataron con mucho cariño, por lo que le gustaba ir a realizar sus trabajos allí. La directora de este centro, profesora Iraima, organizaba actos por la finalización de año escolar y también por las festividades decembrinas; Sebastián participó en todos. Danza, teatro, y pasarela se alternaron durante los cinco o seis años que estuvo en tareas dirigidas, y fue tal el cariño  que le tomaron los directivos y facilitadores, que siguió participando en actos culturales, en calidad de invitado especial,  aunque ya no era miembro regular de la institución. Estas actividades complementarias sirvieron para superar el autoaislamiento haciéndose más participativo. Realmente nunca le pregunté si quería cumplir alguna actividad complementaria, simplemente me preguntaban si él podía participar y mi respuesta siempre fue positiva,  lo cual implicaba llevarlo a ensayos y adquirir la indumentaria que pedían. También en la parte académica logró estar siempre en los primeros lugares. Sus exposiciones fueron siempre brillantes. Le enseñé en esta etapa a organizar la información, como fuente generadora de mapas conceptuales y mentales, para la elaboración de láminas  didácticas, como ayuda para la realización de las presentaciones, haciendo un buen uso de las mismas. Se acostumbró y fue perfeccionando esta metodología, que todos sus trabajos que impliquen una exposición,  son organizados con esta sencilla técnica.

Igualmente participó en todos los actos culturales que organizaban en el colegio, haciéndolo muy bien. Se colocaba sus atuendos sin ningún complejo o pena y nunca mostró miedo escénico, simplemente salía y ejecutaba su número, siempre con el apoyo  del personal docente que lo trataban como a todos los demás niños, con altas exigencias académicas pero con mucho amor y dedicación, y en aquellas actividades para las cuales no era tan hábil, se las ingeniaban para motivarlo al logro, y nunca se mencionó que él tuviese alguna condición especial. No obstante cabe destacar, que cada día se notaba  más, que no participaba en las correrías, travesuras o conversaciones con el resto del grupo durante el tiempo libre. Se apartaba o seguía trabajando, pero a nadie le molestaba esta conducta, en especial con su deambular de un sitio a otro, pero en distancias cortas, y emitiendo una carcajada ocasional, parecía no  estar allí, sino viajando alguno de sus mundos, para ese momento todo lo relacionado con los dinosaurios. Pero ocasionalmente me relataba como una novedad, como algo muy especial, que había estado compartiendo con algún amigo o con el grupo. Así culmino la educación primaria.
 

domingo, 3 de noviembre de 2019

Educacion primaria: primeros años

Con seis años cumplidos, Sebastián inicia la educación primaria en el Colegio Gran Mariscal de Ayacucho de Araure, estado Portuguesa. Lo recibe en primer grado la maestra María, una experimentada docente especializada en lograr la adaptación a primaria, de aquellos niños que aún siguen extrañando el preescolar. La mayoría de las instituciones de preescolar, trabajan con mesas redondas o cuadradas y hay más estrecha relación entre los compañeros y también con el docente.  En cambio en primer grado, a cada niño se le asigna un pupitre, lo cual para algunos pequeños esto les resulta extraño y no les gusta, en tanto que para otros es algo nuevo y maravilloso. A Sebastián le fue igual, para él todo era igual. Sin embargo desde el principio se destacó por no participar en las actividades que inventaban los otros niños en los recesos. Correr por el patio y perseguirse unos a otros, jugar pelota, o competir por algo, no formaron parte de su rutina y la maestra lo calificó como timidez. Generalmente se quedaba quieto y observando, y como los recesos son tiempo relativamente libre de las maestras, no lo conminaban a participar en alguna actividad grupal de iniciativa de los mismos compañeros de clases.
La maestra María, persona especial además de gran docente, consolidó rápidamente el grupo, sin embargo algunos se “escapaban de corral”. Daniel por ejemplo un niño muy fuerte para su edad, acostumbraba a venir corriendo y empujar a los muchachos , los cuales se protegían para evitar los derribara. Lo hizo con Sebastián y cayó hacia atrás rompiéndose el cuero cabelludo. Fui a buscarlo y lo llevé a una clínica donde lo suturaron con 3 punticos. Daniel y su prima mayor eran además de amigos, vecinos de nuestro barrio. Como a los quince días le comenté a la prima de Daniel lo que había ocurrido y le mostré las fotos, señalando que hablara con Daniel para evitar no fuera a malograr a otro niño. Días después me enteré, y me dio tristeza, que el padre de Daniel lo había maltratado por ese evento accidental. Creo Daniel no volvió a empujar a otro compañero en el colegio y no obstante lo ocurrido,  Sebastián siguió apreciando a su amigo.
Costo mucho enseñarle a intercambiar saludos con sus compañeros, al llegar al colegio por las mañanas,  sobre todo de manera efusiva, como lo acostumbraban hacer los muchos con un abrazo y las niñas con un beso en la mejilla, se le hacía muy difícil. Constantemente conversaba antes de dejarlo en el colegio explicándole que debía responder el saludos porque los muchachos y las niñas podrían pensar que los despreciaba. Igualmente cuando encontrábamos personas  adultas, amigos o relacionados, incluso familia, se hacía esquivo al saludo cariñoso. Esta conducta no cambió por el resto de su vida escolar, pero fue haciendo el esfuerzo y sus compañeros y amigos lo aceptaron y comprendieron que él era así y lo respetaban, aunque algunas amigas y familiares lo hacían a propósito de agarrarlo y besarlo para echarle broma, sin caer en el plano de la burla. Hoy en día sigue eludiendo ese tipo de saludo y debo recordarle que debe hacerlo y no rechazar las iniciativas.
Aprendió muy rápido a leer y escribir aunque muy lento en la escritura, pero con una bella caligrafía. Desde preescolar lo orienté a que sus trabajos, informes y exposiciones fueran lo más ordenados que le fuera posible, aunque siempre tenía la tendencia a realizarlos con menos formalidad y los cuadernos a llevarlos sin mucho orden. La auto organización de sus actividades escolares estaba por debajo de su dedicación para organizar las actividades personales. Cumplía algunos deberes pero dejaba otros pendientes. Yo estaba en constante revisión. Se le hizo difícil recordar las instrucciones verbales y fallamos en algunas tareas o asignaciones. por lo cual acordamos con las maestras que las cosas especiales me las enviarían por escrito, y además,  yo diariamente estaba a tiempo en el colegio a la hora de la salida, para que la maestra, algún compañero o representante, me diera algunos detalles, sobre las tareas, recursos y otros materiales que debían llevar para el día siguiente o para alguna otra actividad.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Iniciación músical

Contaba Sebastián 6 años. Acostumbrábamos a visitar los tres centros culturales de las ciudades de Acarigua y Araure. La Casa de la Cultura Carlos Gauna, El museo de Arte, y La Casa de La poesía. Tanto en la Casa de la Cultura como en la casa de la poesía enseñaban algunas artes.  Una tarde me informaron que había un profesor que enseñaba piano en la Casa de la Poesía, Sebastián se interesó y por supuesto que lo inscribí, para que recibiera clases de piano. La primera clase es inolvidable. Se sentó frente al piano y le dijo al profesor que esperara, quien sorprendido se quedó a la expectativa de lo que haría el niño. Él estiro los brazos cruzó los dedos y realizó un movimiento de estiramiento de sus manos, tal cual el mejor de los músicos y luego empezó a golpear las teclas. En ese momento recordé al gato Tom en su introducción a las interpretaciones de piano, que Sebastián imitaba tal cual lo veía en los comics, aunque por supuesto la armonía musical, no salió. Llevarlo a la parte formal de iniciación como estudiante, no le fue tarea fácil al profesor, ya que Sebastián insistía en ejecutar su música.  Asistió alrededor de dos meses y el profesor, se dedicaba a él con especial atención, por considerarlo diferente a los demás estudiantes, y con el transcurso de las clases concluyó  que tenía mucho oído musical pero nunca emitió algún comentario sobre la conducta especial del niño. Lamentablemente el profesor no pudo continuar y se interrumpieron las clases porque no había otro profesor para el instrumento piano en ese centro cultural, y tampoco sabíamos de alguien mas en la ciudad. Años mas tarde volvió a clases de piano.

martes, 29 de octubre de 2019

Sus primeros pasos en el deporte


A partir de los tres años se inició en la práctica de natación. Los instructores percibieron que era un niño con condiciones especiales, y le tenían mucha paciencia porque demoraba un poco más en la aplicación de las técnicas que le enseñaban. Aun así, aprendió muy rápido, y empezó a competir haciéndolo muy bien en su categoría, e incluso llegó a representar a la institución, Club Luso Venezolano, en varias competencias, logrando puntos importantes para el equipo. Cuando ganaban por equipos o individual él no mostraba la euforia típica del ganador, aunque se aplaudía así mismo. Sin embargo era temático con cualquier cosa que flotara en la piscina. Es algo normal en zonas de mucha brisa, que las hojas y los insectos caigan al agua y el inicio tempranero de las  competencias no da tiempo a una limpieza perfecta. En una actividad  iba de primero en su tabla de natación, pero al acercarse a la meta vio las hojas que justo estaban en la llegada, por lo cual disminuyo de tal forma el ritmo, que perdió la competencia, nada más por el temor a tener contacto con las impurezas que flotaban en la piscina. Para la familia y amigos del club, no resultaba comprensible esa actitud, y para uno como padre le era difícil aceptar, que para tu hijo lo importante no era ganar la medalla, sino  no tocar las cosas raras de la piscina. Le compré un helado como premio a su participación. Costo muchos años de visitas a ese ambiente en situación de recreación, para que aceptara algún insecto y hojas a su alrededor, mientras desfrutaba del baño.  Después de los entrenamientos, el grupo de natación compartía otros juegos o se sentaban en las mesas a tomar algo, y "echar sus cuentos", actividades en las cuales Sebastián no participaba. Yo me sentaba con los muchachos para motivarlo a compartir, pero luego de quince o veinte minutos, se apartaba o me pedía que nos fuéramos. Cumplidos dos años de  entrenamientos y competencias dijo que estaba cansado y no participó más. Cuando íbamos solo por recreación, le gustaba estar un máximo de dos horas en la piscina, y por supuesto practicando su rutina favorita o haciendo que le controlara cuanto aguantaba debajo en el agua, y luego me pedía que nos retiráramos a casa.  Disfrutaba mucho cuando su hermana Dana nos acompañaba, y también cuando se hacían los grupos familiares compartía un poco más.  No llegó hacer amistad en el club con algún otro niño y no compartía tampoco si se nos acercaba algún amigo o compañero de actividades escolares,  recreativas o culturales en las que también participaba fuera del club. Respondía al saludo y nada más. Algunas veces las amistades se acercaban dentro de la piscina para hacer juegos o lanzarse agua, luego de una corta participación seguía con su rutina individual apartándose del grupo. Se hundía y luego saltaba fuera del agua una y otra vez y aplaudía, y podía estar haciendo esa rutina por media hora. Lanzarse del trampolín le atraía y llegó a lanzarse desde el más alto.  El club dispone de un "tobogán de agua" bastante largo y aprendió a lanzarse y lo disfrutaba muchísimo aunque siempre en forma individual. Sebastián usó las instalaciones infantiles del club pero siempre se mantenía aislado, lo que llamaba mucho la atención de otros muchachos, pero como yo estaba siempre cerca no le hacían ninguna burla. Este comportamiento de auto-aislarse se mantuvo siempre, y aunque dejamos de ser miembros de ese club en el 2017, él nunca ha manifestado que extrañe o quiera ir a la piscina. 
Por otra parte, la madre lo encaminó a la práctica organizada del baseball.  Lo llevó a una institución especializada en la formación de jugadores. Yo no estuve de acuerdo ya que tenía el temor de que recibiera un pelotazo, porque sabemos que desde temprana edad, los niños que adoran el baseball, son en su mayoría unos bellos peloteros. Sebastián parecía entusiasmado pero luego de varias prácticas la madre no lo llevó más, justo porque durante los entrenamientos el niño bajaba su atención y mentalmente se escapaba y no podía seguir el ritmo de los otros niños, por lo cual era apartado para actividades individuales de mejoramiento. Nos fue más fácil abandonar que insistir con la actividad, sobre todo porque yo no podía apoyarlo en el horario de las prácticas. 
En ese mismo período intentamos con football y fuimos durante un tiempo al campo; lo estuve entrenando para que entrara en la escuela de football, pero igualmente no mostraba entusiasmo con la práctica de este deporte, tampoco prestaba atención a los juegos a los que asistíamos, y como simplemente no mostraba ningún interés, se abandonó esta nueva iniciativa, aunque de alguna manera seguíamos buscando alguna disciplina que le interesara. Más adelante relataré otros intentos deportivos que hicimos y sus resultados.


sábado, 26 de octubre de 2019

Educación Preescolar


Mas temprano que tarde la familia fue observando que Sebastián era diferente a otros niños. Algunos consideraron que era alguna enfermedad y otros que no era algo para preocuparse y que no todos los niños eran iguales. Su mamá y mi persona empezamos a conversar con amigos médicos, sobre los aspectos que observamos en el niño, como la búsqueda de aislamiento en reuniones, poco interés en las conversaciones, mínima participación en los juegos con otros niños y su refugio en la televisión, video juego y los dinosaurios.  Sin embargo no lo llevamos a ninguna consulta formal por el temor que pudiera prescribirle algo que empeorara la situación. Fue Mariela Batista, una especialista en dificultades de aprendizaje y directora y propietaria de una escuela de Araure, quien hizo un diagnostico temprano del comportamiento de Sebastián. Me dijo que el cuadro se enmarcaba dentro del autismo y que necesitaba una atención educativa especial. Inicié investigaciones en internet pero ninguna me daba elementos suficientes para catalogarlo como autista.  Pero desde ese momento se ahonda nuestra atención hacia mi hijo porque rápidamente percibí que el entorno en el que vivíamos, no estaba preparado para los casos especiales. Sin embargo la familia fue aceptando paulatinamente el comportamiento diferente del niño.

La vida preescolar de Sebastián fue en líneas generales normal. Su asistencia a clases y la buena aceptación por parte del entorno en el cual no se veía tan diferente. Sus maestras eran maestras generales y no tenían la preparación para darse cuenta de que tenían allí un niño con condiciones especiales. Algunas actividades realizadas a manera de diagnostico arrojaron como resultado que podía y debía asistir a cualquier escuela y que la parte especial sería responsabilidad de los padres, en parte porque en la zona de Acarigua Araure no había instituciones especializadas en autismo y además, porque se nos recomendaba llevarlo a centros especializados en Caracas y no teníamos los recursos para ello. Así que Sebastián culminó su preescolar en forma satisfactoria no sin muchas peleas de mi parte con los docentes, por descuidos en la forma de enseñar lectoescritura y ejercicios mal elaborados que conducían a un aprendizaje erróneo de los niños. Pero los docentes y su entorno de las dos escuelas de preescolar a las que asistió, una pública y otra privada, no llegaron apreciar en Sebastián nada que les hiciera pensar que El presentaba condiciones especiales. Nosotros tampoco se lo hicimos saber. Muy bueno en lecto-escritura; excelente desenvolvimiento en exposiciones y dramatizaciones; disposición para participar en bailes y actos musicales, aunque con poca destreza. Presentaba dificultades en la motricidad gruesa.

Con cuatro años ingresó en segundo nivel de preescolar en una escuela pública. Su maestra ya entrada en años, con una auxiliar muy joven y sin la formación docente adecuada para atender las necesidades integrales de los pequeños, pero Sebastián iba feliz a su escuela. Una vez organizaron un paseo para el aeropuerto de la ciudad. Debía ir solo con las maestras y el grupo, y en conocimiento del auto aislamiento que siempre tomaba el niño, pensando que en algún descuido podría quedarse parado el algún lado y lejos del grupo, yo les dije que lo llevaría a clase hasta la hora de irse al paseo.  Así lo conversé con él y estuvo de acuerdo. Creo haber entendido que estaba de acuerdo. En efecto al día siguiente lo dejé en su clase y a las nueve fui a buscarlo. Cuando vi el transporte que la Alcaldía había mandado para llevar a los niños, no me arrepentí de no dejarlo ir. Era un camión de transportar obreros de la alcaldía, y sin ningún tipo de seguridad, abierto por la parte de atrás para subir y bajarse el personal. Es el caso que al recogerlo las maestras nuevamente me pidieron que lo dejara ir, que todos los niños estaban motivados con el paseo. Les dije que no, y mi me alejé del grupo con Sebastián, pero para mi sorpresa él empezó a llorar sin decir nada, le pregunté si quería ir y le cambio la cara de alegría. Bueno aquí todas mis angustias se incrementaron pero no me quedó más remedio que dejarlo que se subiera al camioncito de obreros de la Alcaldía de Araure, y ver a esos niños tan felices, entre ellos mi hijo, me hizo comprender que era mi deber ir escuchando los mensajes que el niño me enviara por cualquier medio, porque estaba conformándose su carácter y empezaba a luchar por sus derechos. El viaje al aeropuerto le gusto mucho y me dijo que había visto aviones, y hasta ahí todos los detalles del paseo, los cuales debí complementar con las maestras, quienes me comentaron que lo había disfrutado.

Para cursar el tercer nivel de preescolar lo traslade a una institución privada. No hubo diferencia en cuanto al nivel académico de sus maestras y la dirección de la institución estaba mas pendiente de lo económico que de lo académico, y menos percatarse de que Sebastián Daniel presentaba un comportamiento diferente. Su rendimiento académico fue excelente, siempre contando con mi apoyo pedagógico en casa.  Al finalizar el año escolar a pesar de haber ensayado para el acto final la maestra no lo incluyó pero no nos participó ni tan siquiera antes de iniciarse el acto, y se le había comprado su vestuario. Cuando vi que sus compañeros estaban preparado para salir hacer su baile, allí sentado entre los asistentes, lo cambié y cuando se inició el número de su salón, lo subí a la platea y el niño participo. Sobra decir la expresión de molestia de la maestra y la directora de la institución, comparado con la cara de alegría y felicidad del niño la satisfacción de su mamá y mi persona y de otros padres que se dieron cuenta del detalle.  Ese día se ratificó mi pensamiento que Sebastián necesitaba de protección para no ser excluido, estando respaldado por las normativas educativas  del país.