martes, 29 de octubre de 2019

Sus primeros pasos en el deporte


A partir de los tres años se inició en la práctica de natación. Los instructores percibieron que era un niño con condiciones especiales, y le tenían mucha paciencia porque demoraba un poco más en la aplicación de las técnicas que le enseñaban. Aun así, aprendió muy rápido, y empezó a competir haciéndolo muy bien en su categoría, e incluso llegó a representar a la institución, Club Luso Venezolano, en varias competencias, logrando puntos importantes para el equipo. Cuando ganaban por equipos o individual él no mostraba la euforia típica del ganador, aunque se aplaudía así mismo. Sin embargo era temático con cualquier cosa que flotara en la piscina. Es algo normal en zonas de mucha brisa, que las hojas y los insectos caigan al agua y el inicio tempranero de las  competencias no da tiempo a una limpieza perfecta. En una actividad  iba de primero en su tabla de natación, pero al acercarse a la meta vio las hojas que justo estaban en la llegada, por lo cual disminuyo de tal forma el ritmo, que perdió la competencia, nada más por el temor a tener contacto con las impurezas que flotaban en la piscina. Para la familia y amigos del club, no resultaba comprensible esa actitud, y para uno como padre le era difícil aceptar, que para tu hijo lo importante no era ganar la medalla, sino  no tocar las cosas raras de la piscina. Le compré un helado como premio a su participación. Costo muchos años de visitas a ese ambiente en situación de recreación, para que aceptara algún insecto y hojas a su alrededor, mientras desfrutaba del baño.  Después de los entrenamientos, el grupo de natación compartía otros juegos o se sentaban en las mesas a tomar algo, y "echar sus cuentos", actividades en las cuales Sebastián no participaba. Yo me sentaba con los muchachos para motivarlo a compartir, pero luego de quince o veinte minutos, se apartaba o me pedía que nos fuéramos. Cumplidos dos años de  entrenamientos y competencias dijo que estaba cansado y no participó más. Cuando íbamos solo por recreación, le gustaba estar un máximo de dos horas en la piscina, y por supuesto practicando su rutina favorita o haciendo que le controlara cuanto aguantaba debajo en el agua, y luego me pedía que nos retiráramos a casa.  Disfrutaba mucho cuando su hermana Dana nos acompañaba, y también cuando se hacían los grupos familiares compartía un poco más.  No llegó hacer amistad en el club con algún otro niño y no compartía tampoco si se nos acercaba algún amigo o compañero de actividades escolares,  recreativas o culturales en las que también participaba fuera del club. Respondía al saludo y nada más. Algunas veces las amistades se acercaban dentro de la piscina para hacer juegos o lanzarse agua, luego de una corta participación seguía con su rutina individual apartándose del grupo. Se hundía y luego saltaba fuera del agua una y otra vez y aplaudía, y podía estar haciendo esa rutina por media hora. Lanzarse del trampolín le atraía y llegó a lanzarse desde el más alto.  El club dispone de un "tobogán de agua" bastante largo y aprendió a lanzarse y lo disfrutaba muchísimo aunque siempre en forma individual. Sebastián usó las instalaciones infantiles del club pero siempre se mantenía aislado, lo que llamaba mucho la atención de otros muchachos, pero como yo estaba siempre cerca no le hacían ninguna burla. Este comportamiento de auto-aislarse se mantuvo siempre, y aunque dejamos de ser miembros de ese club en el 2017, él nunca ha manifestado que extrañe o quiera ir a la piscina. 
Por otra parte, la madre lo encaminó a la práctica organizada del baseball.  Lo llevó a una institución especializada en la formación de jugadores. Yo no estuve de acuerdo ya que tenía el temor de que recibiera un pelotazo, porque sabemos que desde temprana edad, los niños que adoran el baseball, son en su mayoría unos bellos peloteros. Sebastián parecía entusiasmado pero luego de varias prácticas la madre no lo llevó más, justo porque durante los entrenamientos el niño bajaba su atención y mentalmente se escapaba y no podía seguir el ritmo de los otros niños, por lo cual era apartado para actividades individuales de mejoramiento. Nos fue más fácil abandonar que insistir con la actividad, sobre todo porque yo no podía apoyarlo en el horario de las prácticas. 
En ese mismo período intentamos con football y fuimos durante un tiempo al campo; lo estuve entrenando para que entrara en la escuela de football, pero igualmente no mostraba entusiasmo con la práctica de este deporte, tampoco prestaba atención a los juegos a los que asistíamos, y como simplemente no mostraba ningún interés, se abandonó esta nueva iniciativa, aunque de alguna manera seguíamos buscando alguna disciplina que le interesara. Más adelante relataré otros intentos deportivos que hicimos y sus resultados.


1 comentario:

  1. La vida esta llena de errores y arrepentimientos, los cuales son inolvidables, sin importar cuanto intentes olvidarlos. Obviamente, estos son mios. Pero puedo compensar con lo que haga despues en el futuro.

    ResponderEliminar