jueves, 5 de diciembre de 2019

Vacaciones de cuarto año en el 2017

A mediados del mes de junio, completó todas sus evaluaciones de cuarto año, con excelentes calificaciones. Al llegar el mes de Julio le puse a desarrollar un plan de estudio y actualización, con una duración de dos horas diarias y de lunes a viernes, que incluía revisiones de las materias científicas y elaborar uno que otro ensayo literario o histórico. En cada materia debía lograr objetivos específicos, como repasar aquellos contenidos que le servirían de base para los objetivos de quinto año, sobre todo en las áreas de física, química y matemática.  Además, debía escoger de mi bibliotecas o la de su mamá algún libro de literatura y leerlo. Recuerdo que su hermano Miguel Daniel a esa edad, nunca aceptó hacerlo y se oponía a que lo cumpliera Sebastián, decía que las vacaciones eran eso “vacaciones”. Sin embargo eran tres meses y medio de tiempo que solo dedicaría a la televisión y video juegos, como ya él venía cumpliendo ese programa desde los años anteriores, ese año no fue la excepción. En mi opinión dos o tres horas diarias de trabajo intelectual durante casi tres meses, les da herramientas a los niños y jóvenes para madurar conceptos, que durante el año escolar ven superficialmente, porque generalmente no hay profundidad en la búsqueda de los objetivos, por lo menos en la educación venezolana. Esto es valedero para cualquier estudiante sea o no de condición especial. Sebastián trabajaba solo sin tutor, y al regresar de mis labores diarias, yo revisaba el cumplimiento del programa, y debo señalar, que nunca se desanimó o mostro alguna conducta negativa, por estar haciendo ese trabajo.
En el mes de Agosto le dije que escogiera una entre varias actividades complementarias que podía realizar. La idea era sacarlo también de la casa y que se relacionara con otros jóvenes. El escogió teatro e ingresó nuevamente a la escuela de teatro de la Casa de la cultura Carlos Gauna de Acarigua Araure del estado Portuguesa. El director de teatro era un joven emprendedor, con una dedicación especial por enseñar teatro a niños y jóvenes, y lo hacía muy didáctico y muy ameno. Le mandó a cada participante del taller a realizar su propio guion. Luego él lo revisaba y le hacía las correcciones de rigor y empezaban a ensayar para realizar la presentación. Fueron tres semanas. Obviamente yo me organicé de forma tal de llevarlo al ensayo y luego irme a trabajar para luego recogerlo y llevarlo a casa de su mamá o la mía, lo cual ya formaba parte de nuestra rutina diaria desde años atrás. Se veía muy feliz y sobre todo que el trabajo era su creación y recibió apenas algunos cambios por parte del docente. Salía muy contento de los ensayos. La obra que él escribió la llamó SANTIAGO y trataba de un futbolista un tanto despistado, o más bien poco ordenado, que a la hora de salir a entrenar o jugar no encuentra sus zapatos deportivos y hace un monologo sobre su angustia por no poder encontrar sus zapatos y llegar a tiempo para jugar, reflejando tremendo malestar y disculpándose con sus compañeros por no poder cumplir con ellos. Ayudé al profesor a montar la "obrita" de Sebastián ya que eran como 8 obras en total y poco tiempo para atenderlos bien. Los últimos ensayos los hizo en casa se practicó mucho la dramatización, se corrigió un poco el guion ya que tendía a divagar y no llegar al nudo del problema que planteaba. Vino la presentación y realizó una maravillosa actuación, que le valió el reconocimiento del público, en el cual habían docentes que habían trabajado con Sebastián en tareas dirigidas o en teatro. La crítica le fue buena. La actuación no le fue tan difícil, ya que se interpretó así mismo, y en su obra sacó afuera su problemática de encontrar las cosas justo a la hora de la salida de casa para alguna actividad, no obstante la pregunta frecuente: ¿tienes todo listo Sebas? Si te dije que sí, era la respuesta, pero siempre algo le falta, porque en el carro comenzaba el inventario y por supuesto faltaban cosas. Y tampoco era extraño que durante la mañana estando en clases, me llamara porque había olvidado algo, y no pocas veces debí correr a buscarlas o que su mamá las llevara, porque eran evaluaciones para ese día. Teníamos que ingeniárnoslas para poder apoyarlo. Es normal que los jóvenes se olviden de cosas pero en él se acentúa mucho más. El reflejó en su obra, que el luchaba contra esa conducta, que en el monólogo calificó de irresponsable, aunque nunca en la familia, le hablamos de irresponsabilidad sino de poca colaboración. La palabra irresponsable vino en su argumento en forma espontánea y en su actuación, logró llegar al público con el sentimiento que sentía por no ordenar sus cosas, que forman parte de su vida. Una facilitadora le escribió por facebook que la había hecho llorar. La directora de la institución de las clases dirigidas, que también estaba en la presentación, felicitó al profesor de teatro por el logro de montar esos monólogos donde cada joven dejo lo mejor de sí mismos, e hizo especial reconocimiento a Sebastián. Bueno mi corazón casi estalla y su mamá bien emocionada. 
Luego de este trabajo, él fue invitado a incorporarse a la escuela de teatro como miembro activo de la misma, sin embargo, cuando le di a conocer la información simplemente me dijo que !no!, que esa era una actividad de sus vacaciones y que él se centraría en sus estudios. Fueron sus decisiones y yo se las respeté. A partir de su incorporación al año escolar 2017-2018 no realizó ninguna actividad complementaria, incluso las clases de piano se suspendieron ya que el docente no podía ensenarle más, debido a otros compromisos con instituciones gubernamentales. Lamentablemente en la zona no hay profesores de piano conocidos y ha debido continuar estudiando piano en forma autodidacta, más porque yo lo impulso, y no porque viva la pasión por la música.
 

1 comentario:

  1. Realmente me impresionas, papá. Y por cierto, HICE LLORAR A ALGUIEN POR MI ACTUACIÓN?! WOW.

    ResponderEliminar