A mediados del mes de junio, completó todas sus evaluaciones de
cuarto año, con excelentes calificaciones. Al llegar el mes de Julio le puse a
desarrollar un plan de estudio y actualización, con una duración de dos horas
diarias y de lunes a viernes, que incluía revisiones de las materias
científicas y elaborar uno que otro ensayo literario o histórico. En cada
materia debía lograr objetivos específicos, como repasar aquellos contenidos
que le servirían de base para los objetivos de quinto año, sobre todo en las
áreas de física, química y matemática. Además, debía escoger de mi
bibliotecas o la de su mamá algún libro de literatura y leerlo. Recuerdo que su
hermano Miguel Daniel a esa edad, nunca aceptó hacerlo y se oponía a que lo
cumpliera Sebastián, decía que las vacaciones eran eso “vacaciones”. Sin embargo
eran tres meses y medio de tiempo que solo dedicaría a la televisión y video
juegos, como ya él venía cumpliendo ese programa desde los años anteriores, ese
año no fue la excepción. En mi opinión dos o tres horas diarias de trabajo
intelectual durante casi tres meses, les da herramientas a los niños y jóvenes
para madurar conceptos, que durante el año escolar ven superficialmente, porque
generalmente no hay profundidad en la búsqueda de los objetivos, por lo menos
en la educación venezolana. Esto es valedero para cualquier estudiante sea o no
de condición especial. Sebastián trabajaba solo sin tutor, y al regresar de mis
labores diarias, yo revisaba el cumplimiento del programa, y debo señalar, que
nunca se desanimó o mostro alguna conducta negativa, por estar haciendo ese
trabajo.
En el mes
de Agosto le dije que escogiera una entre varias actividades complementarias
que podía realizar. La idea era sacarlo también de la casa y que se relacionara
con otros jóvenes. El escogió teatro e ingresó nuevamente a la escuela de
teatro de la Casa de la cultura Carlos Gauna de Acarigua Araure del estado
Portuguesa. El director de teatro era un joven emprendedor, con una dedicación
especial por enseñar teatro a niños y jóvenes, y lo hacía muy didáctico y muy ameno.
Le mandó a cada participante del taller a realizar su propio guion. Luego él lo
revisaba y le hacía las correcciones de rigor y empezaban a ensayar para
realizar la presentación. Fueron tres semanas. Obviamente yo me organicé de
forma tal de llevarlo al ensayo y luego irme a trabajar para luego recogerlo y
llevarlo a casa de su mamá o la mía, lo cual ya formaba parte de nuestra rutina
diaria desde años atrás. Se veía muy feliz y sobre todo que el trabajo era su
creación y recibió apenas algunos cambios por parte del docente. Salía muy
contento de los ensayos. La obra que él escribió la llamó SANTIAGO y trataba de
un futbolista un tanto despistado, o más bien poco ordenado, que a la hora de
salir a entrenar o jugar no encuentra sus zapatos deportivos y hace un monologo
sobre su angustia por no poder encontrar sus zapatos y llegar a tiempo para
jugar, reflejando tremendo malestar y disculpándose con sus compañeros por no
poder cumplir con ellos. Ayudé al profesor a montar la "obrita" de
Sebastián ya que eran como 8 obras en total y poco tiempo para atenderlos bien.
Los últimos ensayos los hizo en casa se practicó mucho la dramatización, se
corrigió un poco el guion ya que tendía a divagar y no llegar al nudo del
problema que planteaba. Vino la presentación y realizó una maravillosa actuación,
que le valió el reconocimiento del público, en el cual habían docentes que
habían trabajado con Sebastián en tareas dirigidas o en teatro. La crítica le
fue buena. La actuación no le fue tan difícil, ya que se interpretó así mismo, y
en su obra sacó afuera su problemática de encontrar las cosas justo a la hora
de la salida de casa para alguna actividad, no obstante la pregunta frecuente:
¿tienes todo listo Sebas? Si te dije que sí, era la respuesta, pero siempre
algo le falta, porque en el carro comenzaba el inventario y por supuesto
faltaban cosas. Y tampoco era extraño que durante la mañana estando en clases,
me llamara porque había olvidado algo, y no pocas veces debí correr a buscarlas
o que su mamá las llevara, porque eran evaluaciones para ese día. Teníamos que ingeniárnoslas
para poder apoyarlo. Es normal que los jóvenes se olviden de cosas pero en él
se acentúa mucho más. El reflejó en su obra, que el luchaba contra esa
conducta, que en el monólogo calificó de irresponsable, aunque nunca en la
familia, le hablamos de irresponsabilidad sino de poca colaboración. La palabra
irresponsable vino en su argumento en forma espontánea y en su actuación, logró
llegar al público con el sentimiento que sentía por no ordenar sus cosas, que
forman parte de su vida. Una facilitadora le escribió por facebook que la había
hecho llorar. La directora de la institución de las clases dirigidas, que
también estaba en la presentación, felicitó al profesor de teatro por el logro
de montar esos monólogos donde cada joven dejo lo mejor de sí mismos, e hizo
especial reconocimiento a Sebastián. Bueno mi corazón casi estalla y su mamá
bien emocionada.
Luego de
este trabajo, él fue invitado a incorporarse a la escuela de teatro como
miembro activo de la misma, sin embargo, cuando le di a conocer la información
simplemente me dijo que !no!, que esa era una actividad de sus vacaciones y que
él se centraría en sus estudios. Fueron sus decisiones y yo se las respeté. A
partir de su incorporación al año escolar 2017-2018 no realizó ninguna
actividad complementaria, incluso las clases de piano se suspendieron ya que el
docente no podía ensenarle más, debido a otros compromisos con instituciones
gubernamentales. Lamentablemente en la zona no hay profesores de piano
conocidos y ha debido continuar estudiando piano en forma autodidacta, más
porque yo lo impulso, y no porque viva la pasión por la música.
Realmente me impresionas, papá. Y por cierto, HICE LLORAR A ALGUIEN POR MI ACTUACIÓN?! WOW.
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