Después de
cinco semanas de haber terminado la parte académica, le correspondió a Sebastián
cumplir con los dos actos protocolares de graduación. Estos eran, la misa, en
una iglesia católica de la ciudad, y el acto formal de entrega del título de
bachiller, por parte de las autoridades de la institución educativa, y
representantes locales del organismo rector de la Educación en Venezuela, actos
que se realizarían en lugares y fechas acordados.
La
misa se planificó para el día 18 de Julio de 2018. Esta actividad fue
organizada totalmente por el comité pro-graduación, constituido por padres y representantes,
así como los estudiantes que representaban a ambas secciones.
Sebastián
por la noche del 17 se afeitó la barba, se lavó el cabello y tomo su ducha
correspondiente. Normalmente él no es expresivo ante los eventos, es más fácil
saber cuándo no le gusta o no lo quiere hacer, que cuando le agrada algo. Sin
embargo se mostraba alegre, aplaudía y daba los típicos saltitos repetitivos,
cada vez que yo le comentaba con alegría, que al día siguiente iríamos a su
misa de graduación.
Nos
levantamos muy temprano ya que es parte de su rutina diaria desayunar. No
recuerdo que haya salido alguna vez a la calle, sin tomar algo en la casa.
Cumplir con este aspecto siempre nos preocupamos tanto su madre como yo.
Desayunó bien y luego se vistió a su ritmo. Un ritmo lento y parsimonioso
casi ritual, sin encontrar manera de apresurarlo sin crearle estrés. Las
instrucciones eran siempre las mismas. ¡Vístete rápido! ¡Colócate talco en los
pies! ¿Te pusiste desodorante? Ya viene el transporte apúrate. Todos los días
habían sido así y este día no fue la excepción. Ya listos para salir, llamé un
transporte particular que había contratado para que nos trasladara, ya que
vivimos fuera de la ciudad y el transporte público era un verdadero problema,
además, la iglesia quedaba fuera de las rutas convencionales, y sobre todo,
porque era un día especial.
Durante
el traslado le iba hablando de la importancia y significado de ese acto al que
asistiríamos. El no recibió educación religiosa durante los últimos años. Si
bien la familia tiene sus raíces en la iglesia católica, salvo la abuela
materna, ni la madre, ni mi persona somos practicantes de esa o cualesquiera
religión. Le explique un poco lo de la misa y además que se reencontraría con
sus compañeros, que lo abrazarían y que las compañeras además de abrazarlo lo
besarían. Arrugo un poquito la cara porque nunca la ha sido fácil dar y recibir
estas expresiones de afecto ni siquiera con la familia. Le advertí que lo
quería ver con sus compañeros, que hoy era un día especial y no podía aislarse
que yo lo estaría observando. Llegamos a la iglesia con bastante tiempo y
en la medida que lo hacían sus compañeros de estudio, los iba saludando sin
mostrar mayor exaltación o demostrar mayor alegría. Casi como un día normal de
clases. La muchachas sabedoras del comportamiento de Sebastián, se le acercaban
y mostraban su afecto en este penúltimo día de compañerismo, y el aceptaba y
daba su saludo y de ser el caso se dejaba besar, mas no correspondía con un
beso en la mejilla. De cuando en cuando me miraba como diciéndome, bueno
estoy cumpliendo tus recomendaciones.
Antes de
iniciarse el sagrado acto, fueron organizados para ocupar los lugares de
acuerdo al criterio de los responsables de protocolo. Los estudiantes adelante
y los representantes y familiares atrás. Se inició el acto llevando ofrendas al
altar y le correspondió junto con otros compañeros llevar una
ofrenda. Esta la llevaron desde la entrada por el canal central, hasta el
altar. Cumplió su responsabilidad sin mostrar ninguna emoción. Pasó frente a su
familia sin siquiera mirarnos. Los otros muchachos sonreían pero él no. Estaba
ejecutando una asignación más, un trabajo. Luego ocupó su lugar e intercambiaba
muy poco con sus compañeros que tenía a ambos lados.
Durante
la misa, las lecturas fueron hechas por los estudiantes seleccionados para
ello. Un cántico especial por parte de una estudiante, casi una artista
profesional, nos trasladó a otro mundo, quizás pasamos cerca del mundo donde en
ese momento se encontraba Sebastián ya que mentalmente ya se había ido. La
Homilía muy concreta por parte del sacerdote, con un mensaje de optimismo, y
apenas haciendo alguna pequeña referencia, a la crisis que vivimos los
habitantes de Venezuela. Cuando el sacerdote dijo que nos diéramos unos a otros
el saludo de paz, Sebastián no se movió, recibió el saludo de sus compañeros
cercanos y se quedó allí. Fui hasta él y le dije que se incorporara a la
actividad que todos allí estaban realizando, incluida su familia, y les diera
el saludo de la paz. Así lo hizo y en verdad que mostraba satisfacción.
Terminada
la Misa, todos los presentes empezaron a reunirse para hacerse fotos con sus
más cercanos amigos, y luego con sus familiares. Nuevamente tuve que “empujarlo”
para que se reuniera con los amigos para hacerle fotos. No fueron muchas. Le
hice fotos con su abuela materna Dilia, y su tío José Rafael. Su madre por
razones muy justificadas no pudo estar. Luego nos reunimos en la entrada
de la iglesia con los amigos más cercanos y sus familias, para tomarnos más
fotografías para el recuerdo, allí posó muy sonriente y se veía que lo estaba
disfrutando.
Nos
despedimos de todos y nos dirigimos a un centro comercial para tramitar una
línea para un teléfono inteligente que le había mandado su mamá como regalo.
Esa parte sí que la estaba esperando. Era muy importante ya que era la primera
vez que tendría un teléfono de estas características ya que siempre se le dio
el más económico, debido a la inseguridad imperante en la ciudad, donde en
cualquier esquina o transporte, puedes ser víctima de un atraco y perder tus
propiedades. Él nunca pidió un equipo como este y tampoco estaba al tanto de
todas las bondades técnicas de los mismos y menos todo lo que podría
hacer. Usaba el mío solo para ver vídeos en YouTube. Bueno no tuvimos suerte
ese día y aplazamos esta gestión para la siguiente semana. Obviamente que no le
gustó mucho pero nada podíamos hacer. Durante el resto del día, no hizo
ningún comentario sobre la misa y su reencuentro con sus amigos y compañeros de
clases. Ya en la casa yo le preguntaba su opinión y solo me decía que lo había
pasado bien, y como tal, simplemente pasó la página dedicándose a sus
actividades personales. Yo lo había pasado muy bien y feliz por la actividad,
una actividad que por su condición asperger la disfrutó a su manera, y no
podemos saber, a ciencia cierta, que significado haya tenido para él.
Mi misa de graduación fue increíble. Sin mencionar el hecho de logré ser mas expresivo ese día. Y también el teléfono, pero eso no es lo importante. Lo importante era la experiencia que tuve, y fue una buena experiencia.
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