sábado, 9 de noviembre de 2019

Su primer vacional


Sebastián practicó estas actividades a la edad en que cursaba los últimos años de educación primaria y los tres primeros de la educación secundaria. Pertenecíamos al Club Social Luso Venezolano de la zona, y su directiva anualmente organizaba en el período de vacaciones escolares, los llamados “Planes vacacionales,” durante el mes de agosto. Usaban las instalaciones del Club para desarrollar toda la dinámica de recreación y el reto de mantener a más de 100 niños entretenidos, felices, sanos y salvos. No se me hizo tan fácil que el asistiera, la madre tampoco estaba de acuerdo ya que argumentaba que el niño no tendría vacaciones, sin embargo al final decidimos inscribirlo, y él estuvo motivado sobre todo, porque a esa edad, le gustaba la piscina. Había que llevarlo en la mañana y buscarlo a las cuatro de la tarde. La dinámica empleada por los recreadores no le permitía a Sebastián tener mucho tiempo para "escaparse" y participó en todo lo que le proponían tanto física como intelectualmente, integrándose muy bien con todos sus compañeros.  Le llevábamos su almuerzo, aunque almorzaba con su grupo, y luego los muchachos hacían una siesta obligatoria. Se adaptó muy bien a toda la rutina, siempre se veía feliz y hacia comentarios positivos sobre el disfrute del día, cuando lo buscaba después de estar allí 8 horas.

Ahora bien, la mayor preocupación comenzó cuando me dijeron que el plan incluía el traslado durante un día a un club de otra ciudad. Pasaron por mi cabeza miles de situaciones que podían ocurrir, entre ellas que no comiera, que no regresara del baño, que se fueran y lo dejaran solo por allá. Pero allí prevaleció el interés y el deseo de Sebastián de irse de paseo. El día del viaje se lo recomendé a los muchachos mayores y los recreadores me dijeron que no me preocupara, que ellos estarían muy  pendientes. Le dábamos muchas instrucciones y recomendaciones, entre ellas que fuera al baño antes de salir de regreso para que no tuviera tantas horas con la orina acumulada, y que se incorporara al grupo rápido. Bueno la mayoría de los padres hacían lo propio con sus hijos. Tanto la madre como mi persona teníamos amigos adultos que viajaban con el grupo a los que llamábamos, sobre todo a la hora de regresar, aunque a veces no había cobertura o el teléfono ya se les había descargado.
Para el primer viaje le dije a Sebastián que su hermana Dana podía acompañarlo, obviamente había que pagar un adicional que yo estaba dispuesto hacer, con tal que tuviese a alguien cerca. Sebastián me dijo que él quería ir solo, y respetando su decisión se fue de paseo Fue un día muy largo para mí, pero cuando se bajo del transporte, casi a las nueve de la noche y vi su cara de alegría, toda mi preocupación se disipó. Sin embargo, uno de mis temores se confirmó, ya que demoró mucho en el baño antes de abordar el transporte de regreso, el recreador se dio cuenta y fue a rescatarlo. Me dijeron que estaba paradito esperando, ya que su grupo ya no estaba allí.  Casi se queda. Ese primer vacacional fue de gran aprendizaje para todos. Para él su participación en las diversas actividades; para los recreadores, que debían estar muy pendientes de él en los paseos, y para nosotros los padres, que no obstante su autoaislamiento que como conducta tenía,  Sebastián mostro que tenía capacidad de tomar decisiones y manejarlas responsablemente, respondiendo a las exigencias físicas e intelectuales de los trabajos grupales, así como seguridad para viajar sin sus padres.  En la culminación de la actividad recibió su diploma de participación y fue muy aplaudido. Sus compañeros aprendieron a respetarlo y aceptarlo y quererlo tal como era.

1 comentario: