Inicia la secundaria en la
misma institución donde curso la primaria. Toda una experiencia nueva ya que se
crean muchas expectativas para los padres cuyos hijos están dentro del rango
que se consideran “normales”; para mí significaba todo un reto ya que si bien a
mi hijo mayor Rubén, le tocó andar sin mí la aventura del bachillerato, y
Miguel, mi segundo hijo, aunque tuvo problemas al inicio de la secundaria, lo
pude apoyar hasta que él lo quiso, pero esta vez yo estaba consciente, que la
condición especial de Sebastián, me haría hacer un mayor esfuerzo. Ejercí los
primeros años de mi carrera como docente en secundaria, y me preguntaba hasta
donde los profesores de esta época 2013 y de esta institución, estaban
preparados para atender a los muchachos que no estaban dentro del promedio del
rango, para responder a las exigencias de esta nueva etapa. Sin embargo
mantuve bajo perfil y no informé sobre la condición especial, y
Sebastián empezó a asistir a sus clases normalmente, junto con ello, mi tarea
para que lograra la rápida adaptación a los bruscos cambios que hay entre
primaria y secundaria: de una maestra por aula y algún profesor de deportes,
pasó, a un profesor por materia y diez u once materias que atender. Para salir
adelante, continuamos con la dinámica del trabajo diario que traía de primaria
y además, lo mantuve en el centro de "tareas dirigidas." Sin
embargo, yo debía dedicarle tiempo a aquellas áreas, que no eran del dominio de
los facilitadores. Desde primaria le inculque la máxima: clase vista
clase estudiada, hacer los trabajos con tiempo y los fines de semana, después
de los deberes los placeres. Este modelo no le gustaba mucho
a la madre, por cuanto ella consideraba que eran demasiadas exigencias
para el niño ya que algunas veces debía trabajar hasta las 9 de la noche. No
obstante, la metodología que yo apliqué, es la misma que puede seguir cualquier
estudiante: estudiar dos horas, y un descanso de media hora. Él nunca se mostró
fatigado o pedía descansar, al contrario le gustaba hacer sus trabajos y salir
bien. Sin embargo, si yo bajaba el nivel de atención o por razones de mi
trabajo no lo podía ayudar, mostraba dificultades para la auto organización,
aspecto este, que aun hoy en día no ha cambiado y que relataré más adelante.
Esta forma integral de trabajo, le permitió rendir muy por arriba del promedio
del salón en las once materias, que comprendían, científicas, generales y
complementarias.
Mi mayor dolor de cabeza,
al igual como lo fue en primaria, pero que se multiplicó en secundaria, fueron
las instrucciones para los trabajos y tareas. Los profesores y profesoras
daban muchas instrucciones verbales y por lo tanto, cuando lo buscaba en
el colegio y regresábamos a casa, ya no recordaba lo que debía hacer. Para
subsanarlo debí ayudarme bien sea directamente con sus profesores, con sus compañeros
y también con aquellos padres y representantes que mostraban mayor preocupación
por el rendimiento de sus hijos o representados. No pocas veces hicimos
llamadas para saber que debía hacer Sebastián y si los trabajos eran
individuales o en grupo, si el trabajo era en hoja blanca o en hojas maestro y
si deberían hacerlo en lápiz grafito o lápiz tinta y sí era en ésta, de cual
color, todo eso porque cada profesor o profesora tenía su modelo y no universalizaban
la presentación de los trabajos. Yo debía estar atento a todos los
detalles para poder ayudarlo. Era muy poco lo que recordaba de sus deberes si
las instrucciones las daban verbalmente. Y mi receta diaria al dejarlo en el
colegio; ¡Sebastián anota todo por favor!, pero no siempre recordaba
anotar en sus cuadernos las asignaciones. Se ponía muy nervioso a la hora
de empezar las tareas justo porque había olvidado las instrucciones, incluso
las escritas a veces no las tenía completas. Era una lucha para ambos, pero
siempre salimos adelante.
Su rendimiento escolar en
el primer trimestre de primer año de bachillerato, fue muy bueno, al igual que
sus compañeros. Como todos habían hecho una excelente primaria y sus maestras
los habían preparado bien en cada una de las áreas, los muchachos no
tuvieron mayores dificultades, y dado que Sebastián estudiaba todos los días,
obtuvo excelentes calificaciones en la mayoría de las materias. Ya para el
grupo era normal que Sebastián se destacara.
Disculpa que te sintieras así conmigo, pero valió la pena, no es así? Me gradué de la escuela y ahora estoy en la universidad, y, hasta ahora, no necesito MUCHA ayuda hoy en día, ya que la mayoría de los trabajos los puedo hacer por mi cuenta.
ResponderEliminar