A partir de los tres
años empezamos a notar en el entorno familiar y amigos, que Sebastián tenía un
comportamiento diferente a los demás niños. Empezó a apartarse en los juegos
infantiles, dando prioridad a sus propios juegos o ver la televisión. En esa
edad comenzó su interés por los dinosaurios, el cual se fue incrementando de
tal forma que se le compraban los modelos que salían al mercado y también
publicaciones infantiles sobre el tema. Aprendió a ubicar en el tiempo
geológico los modelos que tenía. Cuando íbamos a las librerías seguía directo
hacia el stand de su interés. Llegó a saber tanto, que en las dos librerías del
Centro Comercial Llanomall, los vendedores se lo disputaban para que les
enseñara sobre los dinosaurios, y ellos usarlos como argumentos de ventas.
Desarrolló una linda amistad con esos jóvenes que una vez le celebraron el
cumpleaños en una de las librerías, le llevaron una torta y le regalaron un
modelo de dinosaurio que recientemente había llegado. Para ellos era un niño sabio. Una vez viajamos a Caracas y fuimos al parque Los Caobos. Habían instalado un parque temático, sobre los dinosaurios. Al verlo comentó en voz alta, que allí había un error. Nombró dos de los ejemplares que estaban allí y señaló que ellos eran de eras diferentes. Todos se le quedaron mirando asombrados.
Conforme señalé en un Post anterior, la primera persona en hacerle un diagnóstico fue Mariela Batista,
quien es especialista en Dificultades del Aprendizaje y copropietaria de una
institución educativa, que completaba las nóminas de estudiantes, con niños que
tenían condición especial, con resultados muy positivos en el proceso
educativo. Sebastián por algunas razones no estudió allí. Mariela señaló desde un
principio, que Sebastián tenía todas las características de un niño autista, y
cada vez que nos veíamos me indagaba si había buscado ayuda profesional, lo
cual hicimos pero varios años después.
Tanto la madre como
mi persona indagamos por Internet sobre condiciones especiales de los autistas,
y por allí encontramos que la manera de ser de Sebastián se acercaba más a la
de un caso de Asperger que la de un autista. No se profundizó mucho en el tema aunque
el entorno familiar y profesional nos resaltaba, que el niño no era
"normal" y que buscáramos asesoría médica. Una médico amiga, especializada
en neurología, recomendaba que le practicáramos estudios para ahondar en el
caso. Sin embargo yo no estuve de acuerdo en someterlo a exámenes que a la
postre implicarían algún tratamiento farmacológico que pudiera tener algún
efecto colateral. Yo tenía un ambiente de trabajo rodeado de médicos generales y especialistas y ninguno me recomendó a profundidad sobre consultas especiales para Sebastián, incluida su pediatra. Todos lo fueron aceptando tal como era. A parte de sus conductas de caminatas bajo el mismo patrón y
querer siempre estar en su cuarto, no presentó nunca algún problema de salud
que se pudiera correlacionar con su condición especial. Su rendimiento
escolar siempre era sobresaliente. No sé si porque toda
mi vida he manejado la puntualidad, pero él seguía ese patrón. No le agradaba
llegar tarde a ninguna de sus actividades, como tampoco que lo dejaran
esperando después de las mismas, fueran estas, escolares, complementarias o
recreativas. Yo me mortificaba mucho porque la madre no manejaba esos
criterios, y eso nos causaba roces que Sebastián entendía. También siempre fue
de buen comer, y como la mayoría de los niños y jóvenes no muy amigo de las
ensaladas. En cuanto a las enfermedades, sufrió las diversas virósis que iban
apareciendo, y cuando se resfriaba le daba muy fuerte, incluido fiebre y constipación, que varias veces debió someterse a nebulización en centro médico. Con el tiempo, encontramos un tratamiento que lo inmunizó y que se le sigue aplicando hoy en día. Obviamente aun se resfría y le da alergia pero siempre es muy leve. Por otra parte, tenía un vocabulario rico y exquisito para
mantener interesados a sus compañeros y profesores durante las exposiciones,
así como a sus amigos y familiares, en especial sobre los temas de su interés,
como los dinosaurios, y en especial del cine, del cual hablaré en un Post posterior. No practicaba deportes por lo tanto, en sus escasas participaciones por razones escolares mostraban a un niño voluntarioso pero sin habilidades para estas practicas. En
general uno veía que era un niño con algunas cosas especiales y nada más, y
concluí que no ameritaba practicarle algún diagnóstico o estudio especial.
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