Llegue como a las
cuatro de la tarde del día sábado con algunos víveres y agua potable para todo
el grupo, así como algunas chucherías personales para él. Otro tanto hizo la
mamá. Sin embargo habían salido de excursión para una pequeña cascada que
estaba como a tres horas de camino. Ya había comenzado la noche cuando
llegaron, y los padres con vehículos fuimos a encontrarlos hasta donde los
carros podían llegar. Se veía que se había divertido. Le sobraba el pantano en
su vestimenta, y así estaban todos. Los llevamos hasta el centro de operaciones
a bañarse y continuar las actividades durante la noche. Estaba muy contento con
la experiencia del día, que incluyó bajar hasta un pozo con ayuda de un mecate (cuerda). Los Scouter me comentaron que Sebastián había participado bien en las
actividades y se había esforzado por superar sus limitaciones físicas tanto en
el descenso como en el ascenso en el pozo, y que durante la larga caminata no
presentó cansancio alguno. Así que estuvo feliz y eso era muy importante. Luego
de conversar un poquito con él me despedí, ya que debían cenar y empezar las
actividades nocturnas, aunque había algunos muchachos y muchachas que decían
que estaban cansados y querían dormir, pero en un campamento scout, no se
cambian los planes, salvo fuerza mayor. Debía volver el domingo a retirarlo.
Nuevamente pensé en el acierto de colocarlo en los Scouts.
Tanto la madre como
mi persona llegamos el domingo como a las doce y aun estaban en actividades.
Luego empezaron a recoger y los padres no podíamos ayudar. Así que Sebastián
recogió todas sus cosas y yo lo que hice fue revisar que no faltara nada. Aun así,
ya se sabía que se producía un intercambio espontáneo, del cual se percataban
cuando llegaban a sus casas.
Finalmente llegó el
acto protocolar en el cual se revisaban los logros en las diferentes
disciplinas. Competían por igual. En la parte física se destacaban los grandes,
pero siempre con alguna sorpresa por parte de los más pequeños. Recuerdo que el
grupo de Sebastián logró uno que otro premio; uno fue por el orden mostrado en
su zona donde tenían instaladas las carpas y el cumplimiento en la faena de
lavar los utensilios luego de comer; otro premio que ganaron fue por mantenerse
en silencio luego de la orden para dormir. Por supuesto ello significó
insignias en su uniforme. El Jefe Scout colocaba en su mano la insignia y
golpeaba el pecho del Scouth, más que todo para que el grupo soltara la risa.
Cuando le toco a Sebastián el Scouter se la entregó en la mano por respeto a
Sebastián. Sin embargo él se la devolvió y le pidió que se la colocara como lo
había hecho con los anteriores muchachos. Eso levantó un mar de carcajadas y no
tuvo más remedio que “golpearlo con la insignia”. Creo fue una cuestión de
honor para Sebastián. Luego de los discursos de orden, procedieron a arriar las
banderas, las cuales deben ser dobladas en una forma preestablecida y rigurosa, antes de entregarla al Jefe Scouter. Después de los actos protocolares y la premiación por equipos, nos fuimos a casa. Estaba contento pero no exageraba su
alegría, ni se mostraba exaltado por la nueva experiencia. Me costaba que me
contara sus vivencias y algunas me decía que no recordaba. Mi evaluación fue
que había aprendido mucho, en especial, a compartir y tener nuevas experiencias sin la presencia de
sus padres.
Participó en otros
tres campamentos. Mencionaré uno que se realizó en una granja al sur de la
ciudad de Acarigua. No me gustó mucho el lugar porque hasta allí llegaba la
contaminación producida por la quema de la basura de las ciudades de Acarigua y
Araure, ya que el "botadero" quedaba cerca del pueblo donde estaba la granja. Lo
dejé en el sitió y regresé a mi casa y la de su mamá para llevarle algunas
cosas que faltaron, como colchoneta, cobija y almohada. Cuando llegue al sitio
estaban ya en ejercicios y no quise interrumpir. Fui a donde estaba la carpa
por armar y le coloque las cosas, no sin antes decirle a un miembro de grupo, que hacía de guía de ellos, que esas eran las cosas de Sebastián que por favor
le dijera. Luego me retiré sin hablar
con él. Cuando regresé al día siguiente la Scouter me dijo que porque no le había
llevado las cosas a Sebastián y que debido a eso había pasado mucho frío por la
noche. Se me enfrió la sangre porque el joven a quien yo le había entregado las
cosas no le dijo nada y cuando le pregunté porque había hecho eso, solo me
contestó que lo había olvidado. Fue una dura experiencia de frío para
Sebastián. Me fui pensando que por lo menos esa noche dormiría en colchoneta y
abrigado. Bueno cayó un tremendo aguacero y la zona de acampar se anegó
totalmente que tuvieron que desplazarse a la casa de la granja para dormir.
Gran parte del día estuvo lloviendo. Cuando llegamos los padres nos pusimos a ayudarles
a recoger, todo lleno de pantano. Nos fuimos y le pregunté como lo había pasado
y solo me contestó que muy bien, y no mencionó nada sobre las situaciones incómodas
vividas. Parecía que solo me habían afectado a mí.
Debo finalizar esta
parte de la historia de Sebastián señalando que también hubo aspectos negativos con su participación en los Scouts. Aspectos que a los padres se
nos escapan del control pero que sugiero a tomar en cuenta en caso de que el
lector tenga un hijo con alguna condición especial. Una de ellas es que el número
de carpas siempre es menor, por lo tanto los adultos acomodan a los jóvenes como
mejor pueden. Eso llevó a que Sebastián albergara en su carpa a jóvenes de 15 y
16 años, siendo el un niño de doce o iniciando los trece. Ya los mayores aunque
sean Scouts, tienen otras conductas propias de la edad. Por otra parte los jóvenes
más despiertos llamados “vivos”, se aprovechaban de las cosas personales de los
más pequeños. En el caso de Sebastián se dio el caso de que un primo suyo ya de
15 años, se aprovechó de la ingenuidad de Sebastián, para tomarle alimentos
específicos, que no formaban parte del stock para el grupo. Los jefes de grupo o
los Scouter no veían estas cosas. Sebastián solo me decía que no había comido
las chucherías que se le llevaban. Y lo más negativo de esta vivencia fue el hecho que se dio, cuando dos Scouter establecieran una relación amorosa, uno casado con otra Scouter, lo cual era comentado por los muchachos en los hogares. Esta situación nos condujo al
retiro de la actividad Scout, no solo de Sebastián, sino de varios muchachos. No
era el mejor ejemplo para nuestros Scouts y el grupo colapsó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario