miércoles, 15 de enero de 2020

Participando como Scout. Parte B


Llegue como a las cuatro de la tarde del día sábado con algunos víveres y agua potable para todo el grupo, así como algunas chucherías personales para él. Otro tanto hizo la mamá. Sin embargo habían salido de excursión para una pequeña cascada que estaba como a tres horas de camino. Ya había comenzado la noche cuando llegaron, y los padres con vehículos fuimos a encontrarlos hasta donde los carros podían llegar. Se veía que se había divertido. Le sobraba el pantano en su vestimenta, y así estaban todos. Los llevamos hasta el centro de operaciones a bañarse y continuar las actividades durante la noche. Estaba muy contento con la experiencia del día, que incluyó bajar hasta un pozo con ayuda de un mecate (cuerda). Los Scouter me comentaron que Sebastián había participado bien en las actividades y se había esforzado por superar sus limitaciones físicas tanto en el descenso como en el ascenso en el pozo, y que durante la larga caminata no presentó cansancio alguno. Así que estuvo feliz y eso era muy importante. Luego de conversar un poquito con él me despedí, ya que debían cenar y empezar las actividades nocturnas, aunque había algunos muchachos y muchachas que decían que estaban cansados y querían dormir, pero en un campamento scout, no se cambian los planes, salvo fuerza mayor. Debía volver el domingo a retirarlo. Nuevamente pensé en el acierto de colocarlo en los Scouts.
Tanto la madre como mi persona llegamos el domingo como a las doce y aun estaban en actividades. Luego empezaron a recoger y los padres no podíamos ayudar. Así que Sebastián recogió todas sus cosas y yo lo que hice fue revisar que no faltara nada. Aun así, ya se sabía que se producía un intercambio espontáneo, del cual se percataban cuando llegaban a sus casas.
Finalmente llegó el acto protocolar en el cual se revisaban los logros en las diferentes disciplinas. Competían por igual. En la parte física se destacaban los grandes, pero siempre con alguna sorpresa por parte de los más pequeños. Recuerdo que el grupo de Sebastián logró uno que otro premio; uno fue por el orden mostrado en su zona donde tenían instaladas las carpas y el cumplimiento en la faena de lavar los utensilios luego de comer; otro premio que ganaron fue por mantenerse en silencio luego de la orden para dormir. Por supuesto ello significó insignias en su uniforme. El Jefe Scout colocaba en su mano la insignia y golpeaba el pecho del Scouth, más que todo para que el grupo soltara la risa. Cuando le toco a Sebastián el Scouter se la entregó en la mano por respeto a Sebastián. Sin embargo él se la devolvió y le pidió que se la colocara como lo había hecho con los anteriores muchachos. Eso levantó un mar de carcajadas y no tuvo más remedio que “golpearlo con la insignia”. Creo fue una cuestión de honor para Sebastián. Luego de los discursos de orden, procedieron a arriar las banderas, las cuales deben ser dobladas en una forma preestablecida y rigurosa, antes de entregarla al Jefe Scouter. Después de los actos protocolares y la premiación por equipos, nos fuimos a casa. Estaba contento pero no exageraba su alegría, ni se mostraba exaltado por la nueva experiencia. Me costaba que me contara sus vivencias y algunas me decía que no recordaba. Mi evaluación fue que había aprendido mucho, en especial, a compartir y tener nuevas experiencias sin la presencia de sus padres.
Participó en otros tres campamentos. Mencionaré uno que se realizó en una granja al sur de la ciudad de Acarigua. No me gustó mucho el lugar porque hasta allí llegaba la contaminación producida por la quema de la basura de las ciudades de Acarigua y Araure, ya que el "botadero" quedaba cerca del pueblo donde estaba la granja. Lo dejé en el sitió y regresé a mi casa y la de su mamá para llevarle algunas cosas que faltaron, como colchoneta, cobija y almohada. Cuando llegue al sitio estaban ya en ejercicios y no quise interrumpir. Fui a donde estaba la carpa por armar y le coloque las cosas, no sin antes decirle a un miembro de grupo, que hacía de guía de ellos, que esas eran las cosas de Sebastián que por favor le dijera.  Luego me retiré sin hablar con él. Cuando regresé al día siguiente la Scouter me dijo que porque no le había llevado las cosas a Sebastián y que debido a eso había pasado mucho frío por la noche. Se me enfrió la sangre porque el joven a quien yo le había entregado las cosas no le dijo nada y cuando le pregunté porque había hecho eso, solo me contestó que lo había olvidado. Fue una dura experiencia de frío para Sebastián. Me fui pensando que por lo menos esa noche dormiría en colchoneta y abrigado. Bueno cayó un tremendo aguacero y la zona de acampar se anegó totalmente que tuvieron que desplazarse a la casa de la granja para dormir. Gran parte del día estuvo lloviendo. Cuando llegamos los padres nos pusimos a ayudarles a recoger, todo lleno de pantano. Nos fuimos y le pregunté como lo había pasado y solo me contestó que muy bien, y no mencionó nada sobre las situaciones incómodas vividas. Parecía que solo me habían afectado a mí.
Continuó participando como Scout hasta los catorce años, haciendo aportes y aprendiendo a trabajar en equipo, a resolver problemas y eventualidades; dormir en carpa bajo intensa lluvia junto a un mayor número de muchachos de los que cabían, y en fin, lindas vivencias que lo mantenían en “nuestro mundo”.
Debo finalizar esta parte de la historia de Sebastián señalando que también hubo aspectos negativos con su participación en los Scouts. Aspectos que a los padres se nos escapan del control pero que sugiero a tomar en cuenta en caso de que el lector tenga un hijo con alguna condición especial. Una de ellas es que el número de carpas siempre es menor, por lo tanto los adultos acomodan a los jóvenes como mejor pueden. Eso llevó a que Sebastián albergara en su carpa a jóvenes de 15 y 16 años, siendo el un niño de doce o iniciando los trece. Ya los mayores aunque sean Scouts, tienen otras conductas propias de la edad. Por otra parte los jóvenes más despiertos llamados “vivos”, se aprovechaban de las cosas personales de los más pequeños. En el caso de Sebastián se dio el caso de que un primo suyo ya de 15 años, se aprovechó de la ingenuidad de Sebastián, para tomarle alimentos específicos, que no formaban parte del stock para el grupo. Los jefes de grupo o los Scouter no veían estas cosas. Sebastián solo me decía que no había comido las chucherías que se le llevaban. Y lo más negativo de esta vivencia fue el hecho que se dio, cuando dos Scouter establecieran una relación amorosa, uno casado con otra Scouter, lo cual era comentado por los muchachos en los hogares. Esta situación nos condujo al retiro de la actividad Scout, no solo de Sebastián, sino de varios muchachos. No era el mejor ejemplo para nuestros Scouts y el grupo colapsó.

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