sábado, 30 de noviembre de 2019

Tercero y cuarto año

Hasta la culminación del tercer año, estuve ayudándolo en todas las materias. El hacía su plan de trabajo en una hoja de World que luego almacenaba en Drive, con lo cual yo podía ver lo que él tenía pendiente. Yo revisaba tanto el plan como la ejecución del mismo. Era una práctica que veníamos ejecutando desde la educación primaria y que se perfeccionó en secundaria. La preparación de cada materia se hacía cuidando al máximo los detalles y para  las exposiciones se utilizaba, una lámina de papel bond, donde reflejaba su mapa mental, el cual se fundamentaba en el mapa conceptual; al esquema  le añadía algunos aspectos, que según mi experiencia, me parecían relevantes, con ejemplos prácticos o en su defecto, alguna anécdota, así como también algunas relaciones con la vida diaria. Este sistema de trabajo se hizo rutinario y lo manejaba a la perfección. Se practicaban las presentaciones tanto frente a mi como con su mamá, cuando estaba con ella, usando las técnicas conocidas para una buena comunicación. En casi todas las exposiciones que realizó en el colegio siempre obtuvo la máxima calificación y casi ninguna corrección por parte del docente. Ya para este momento poseía un timbre de voz grave, y un desenvolvimiento como el mejor profesor. En el colegio se usaba como ayuda principal la lámina de papel bond, ya que la institución educativa no disponía de otros ayudas audiovisuales. Ocasionalmente usaron video-beam alquilado por los propios estudiantes y yo lo apoyaba para el uso del PowerPoint.
A partir del cuarto año algunos contenidos ya no me eran tan familiares, sobre todo en física, química y matemática. Yo le dije: hijo cada vez es menos lo que puedo ayudarte, debes trabajar tú solo. Y así lo hizo. Las materias científicas las estudió prácticamente sin mi ayuda. No obstante muchas veces el gran esfuerzo de horas de trabajo no se reflejaban completamente en los exámenes, pero luego se preparaba para las pruebas de recuperación que sumado a otras calificaciones le permitían lograr los objetivos. Sin embargo la auto-organización se le hacía difícil. El debía simultáneamente prepararse para las pruebas de recuperación así como para las demás evaluaciones y presentación de trabajos. Yo debía estar siempre pendiente de todo y ayudándolo en la organización, y ejecución incluso estableciéndole el orden y prioridad de las actividades que debía ejecutar, y también el tiempo a emplear en la preparación de cada materia. Con cierta frecuencia le chequeaba como iba, o sí en algún problema que no lograba el resultado, le ayudaba a conseguir el error, no pocas veces el error estaba en que había copiado mal la clase o había un espacio en blanco en su cuaderno, justamente porque en plena clase, se dejaba llevar por sus pensamientos, sueños o ideas. Le era fácil "desaparecer del salón". En su mente siempre estaban sus programas favoritos de televisión, los que tenía programados, los que tenía grabando o simplemente  el recuerdo de alguna escena cómica y repentinamente se echaba a reír, sin molestar a los demás, pero sin que para ellos tuviese  algún sentido.  Al respecto, en una reunión o consejo de profesores, un docente dijo que Sebastián era muy inteligente pero que presentaba falta de atención. Una profesora, que si estaba consciente de la condición especial de él,  les comentó a los demás profesores, que los que no estaban concentrados eran ellos, porque Sebastián justamente se concentraba de tal manera en su mundo, que se alejaba del nuestro. Además la profesora explicó acerca de la condición asperger que si había detectado en el joven. Los docentes me llamaron y se extrañaron que yo no les hubiese hecho saber ese información, les expliqué que no lo había hecho, justamente para evitar que lo trataran diferente a los otros estudiantes, y que no se le exigiera por igual. Así se hizo hasta el último día de clases y de exámenes en quinto año. En este orden de ideas quiero destacar que estoy consciente que algunos profesores sí tuvieron un cierto trato especial con él, ya que como su comportamiento era ejemplar, su asistencia casi 100% salvo algún malestar que lo obligara a no asistir, sus fallas no eran por irresponsabilidad sino por no haber oído las instrucciones o no haber anotado la fecha tope para la entrega alguna tarea, o en su defecto, detectaban, que sus compañeros lo  ignoraban y no le habían dado la información; por lo tanto le daban la oportunidad de recuperarse; él sé ganaba eso ya  que siempre era muy respetuoso. Para todo pedía permiso o se disculpaba, y cuando se complicaba se iba a la coordinación a buscar solución para algún problema que se le presentara y se echaba la culpa, y sabía que yo me sentiría incómodo porque él había “fallado”. El llamado de atención de mi parte siempre era el mismo: “Sebastián debes anotar todo, te lo repito siempre; ¿Cómo hago para que estés más pendiente de tus asignaciones?, lo que variaba era mi tono de voz de acuerdo a mi estado de ánimo, y él se limitaba a decir,! si papá!, !si papá!, o se quedaba muy callado.

  

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Además, ya estaba terminando el bachillerato, y tenía que darle duro al esfuerzo que tenía para lograr pasar todas las notas. Y lo logré, gracias a u ayuda.

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