miércoles, 12 de febrero de 2020

Participación en el sistema de orquestas nacionales


Me habían informado sobre el sistema de Orquestas Nacionales y allí me indicaron que para ingresar el niño debía saber leer y escribir. No había problema con esa condición ya que si bien Sebastián  estaba iniciando el primer grado, leía muy bien y escribía claramente,  aunque con bastante lentitud.  Se planificó que ingresaría en enero para que tuviese mayor soltura en la lectura y la escritura. Además yo sabía que mejoraría notablemente, ya que conforme relate en el Spot de ingreso a primaria, contaba con la Maestra María.
A Sebastián le gustó la idea de estudiar música. Así que cuando formalizamos la inscripción compramos la flauta dulce y el cuaderno de pentagrama para los ejercicios. Captó rápidamente la esencia de la música y empezó a defenderse con la emisión de sonidos de la flauta. Las dos jóvenes profesoras de la escuela de música, que enseñaban este nivel, eran en verdad, dos profesionales bien capacitadas. La una les enseñaba las técnicas de ejecución de la flauta, las notas acordes y demás. La otra enseñaba lo relacionado con la teoría y el solfeo. Así que Sebastián también debía cantar, y él precisamente no se destacaba por cantar, hasta ese momento solo había cumplido con las mínimas actividades que le exigían en primaria. Tampoco se había interesado, como si lo hacían otros niños, por la música de su actualidad. 
Iba a clases de músicas dos veces a la semana, desde las tres hasta las seis de la tarde. Luego había que ir a casa hacer tareas, y muchas veces terminábamos pasadas las nueve de la noche. No obstante estas exigencias, él nunca presentó algún malestar. A los dos meses de estar en el sistema de Orquestas, vino su cumpleaños. Por la mañana le cantaron cumpleaños en el colegio, y por la tarde todos los muchachos que estaban en el nivel musical de él, le cantaron el feliz cumpleaños, con una bella interpretación coral, y él se emocionó mucho. Las profesoras nos permitieron compartir la torta y refrescos que la madre y mi persona habíamos comprado para la ocasión.
Sebastián se fue interesando cada vez más en su formación musical. Practicaba en la casa tanto lo teórico como la parte práctica de ejecución del instrumento flauta dulce. Todos los niños de ese grupo lograron con esas profesoras, un gran nivel de ejecución y eso condujo a las presentaciones en público, las cuales se hicieron en iglesias, e instituciones. Simultáneamente con el grupo de flautas, las profesoras prepararon el Coro, de forma tal que algunas flautas acompañaban las canciones populares, que eran interpretadas a dos o tres voces, y siempre dos o tres solistas en algunas temas. Eran presentaciones muy bellas. Las familias que podían asistir dejaban los mejores comentarios sobre los niños. Para mediados de año llegó el espectáculo mayor. La presentación se haría en el centro cultural de las ciudades de Acarigua-Araure, La Casa de la Cultura  Carlos Gauna. Todo el teatro se llenó, familiares y amigos acudieron a la cita. Todos los participantes con su uniforme se veían muy bellos. Este programa incluyó interpretaciones del grupo de Sebastián, e interpretaciones de canciones más clásicas por parte de ensambles de grupos más avanzados. La orquesta completa por su gran número de integrantes usaba otros escenarios.
Se iniciaron las actuaciones sin mucho protocolo y cada grupo lo hizo muy bien. El grupo de Sebastián se lució con los arreglos de música popular para flauta, arrancó aplausos cuando interpretaron un arreglo de música clásica. La mayoría de los que estábamos allí teníamos limitados conocimientos de la música clásica, pero aquella interpretación de nuestros hijos, nos llegó a lo más profundo de nuestro ser. Luego actuó el coro, del cual también formaba parte Sebastián, y la aclamación del público no se hizo esperar. Aplaudimos a rabiar.
La gran sorpresa de la noche se llegó, cuando anunciaron que actuaría el Coro de Campanas. Este Coro estaba conformado por niños, jóvenes y adultos que tenían discapacidades motoras, auditivas, del habla, con Síndrome de Down, etc. Es un programa de música para personas con condiciones especiales. Salieron al escenario con su bello uniforme y sus guantes blancos, y en una mesa estaban colocadas las campanas que las profesoras le iban entregando a cada uno de acuerdo a la nota que daba esa campana. Muchos meses de práctica permitieron que esos músicos especiales hicieran sus interpretaciones, y bajo la dirección de la profesora, cada campana sonaba en el justo momento que le correspondía. Fue tan bello y sublime esa presentación, que a no pocas personas se les escaparon lágrimas, entre ellas mi segundo hijo Miguel Daniel quien se emocionó muchísimo. Aplaudimos de pie. Sebastián salió muy feliz de toda esa participación y la familia con el corazón bien lleno.
A lo largo del ese año escolar continuaron los ensayos y las presentaciones. Sebastián acudía los días correspondientes con expresión de felicidad, y era muy raro que no tuvieran clases. Luego le incrementaron a tres los días que debía asistir, lo cual nos complicaba con la preparación de trabajos y tareas de su educación formal, sin embargo siguió rindiendo en ambas instituciones. Las tareas dirigidas lo ayudaron mucho.
Después de un año pasó a lo que se denomina la Orquesta Escuela, que es la antesala para llegar a la orquesta. En la Orquesta Escuela siguen profundizando sus estudios de música pero además deben aprender a ejecutar un instrumento con el que han de llegar a formar parte de la orquesta. Sebastián seleccionó un instrumento llamado Fagot. Firmamos un contrato de responsabilidad con el sistema de orquestas y le asignaron un instrumento de paquete. Así iniciaba una nueva lucha. El fagot es un instrumento de viento y se necesita una espiración poderosa para hacerlo sonar en la medida en que se presionan las diversas llaves  para dejar escapar el aire y producir el sonido. Yo veía en la casa que se le hinchaba el cuello con el esfuerzo. Al legar a la orquesta escuela le asignaron un profesora especialista en ese instrumento con la cual Sebastián hizo mucha amistad, pero ella a su vez era estudiante de la orquesta y no tenía mucho tiempo para enseñarle y delegaba en otro alumno más avanzado practicante del instrumento, para que le enseñara a Sebastián. Aquí comenzaron los problemas. Yo veía que el muchacho no le daba tiempo de enseñarle a mi hijo, y la profesora estaba también complicada con sus clases de la universidad. Hice el planteamiento a la dirección y la respuesta es que no había más nadie que ayudara en ese sentido. Aun así Sebastián fue invitado a participar en dos presentaciones de la orquesta. Yo pensaba que si no él sabía, cómo haría para ejecutar el instrumento con precisión. Luego descubrí que Sebastián dominaba la lectura de la partitura y sabía cuándo le tocaba entrar y salir en la ejecución, pero no hacía sonar el fagot, solo aparentaba que estaba tocando. Hable con él y le dije que no seguiríamos con eso y que la orquesta no nos apoyaba para que el aprendiera y que no quería que siguiera perdiendo el tiempo, tardes completas y no tenía quien le enseñara. Así que lo retiré de la institución y devolvimos el instrumento en perfectas condiciones. Así terminó esa bella experiencia musical de Sebastián.

1 comentario:

  1. Me la pasé muy bien en la orquesta, incluso al comenzar. Ese cumpleaños en la orquesta fue impresionante, especialmente con el coro. Pero cuando fuimos a hacer las presentaciones en diferentes lugares (y con el fagot) para conciertos, se complicó (ya que tenía tareas del colegio para hacer).

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