sábado, 30 de noviembre de 2019

Tercero y cuarto año

Hasta la culminación del tercer año, estuve ayudándolo en todas las materias. El hacía su plan de trabajo en una hoja de World que luego almacenaba en Drive, con lo cual yo podía ver lo que él tenía pendiente. Yo revisaba tanto el plan como la ejecución del mismo. Era una práctica que veníamos ejecutando desde la educación primaria y que se perfeccionó en secundaria. La preparación de cada materia se hacía cuidando al máximo los detalles y para  las exposiciones se utilizaba, una lámina de papel bond, donde reflejaba su mapa mental, el cual se fundamentaba en el mapa conceptual; al esquema  le añadía algunos aspectos, que según mi experiencia, me parecían relevantes, con ejemplos prácticos o en su defecto, alguna anécdota, así como también algunas relaciones con la vida diaria. Este sistema de trabajo se hizo rutinario y lo manejaba a la perfección. Se practicaban las presentaciones tanto frente a mi como con su mamá, cuando estaba con ella, usando las técnicas conocidas para una buena comunicación. En casi todas las exposiciones que realizó en el colegio siempre obtuvo la máxima calificación y casi ninguna corrección por parte del docente. Ya para este momento poseía un timbre de voz grave, y un desenvolvimiento como el mejor profesor. En el colegio se usaba como ayuda principal la lámina de papel bond, ya que la institución educativa no disponía de otros ayudas audiovisuales. Ocasionalmente usaron video-beam alquilado por los propios estudiantes y yo lo apoyaba para el uso del PowerPoint.
A partir del cuarto año algunos contenidos ya no me eran tan familiares, sobre todo en física, química y matemática. Yo le dije: hijo cada vez es menos lo que puedo ayudarte, debes trabajar tú solo. Y así lo hizo. Las materias científicas las estudió prácticamente sin mi ayuda. No obstante muchas veces el gran esfuerzo de horas de trabajo no se reflejaban completamente en los exámenes, pero luego se preparaba para las pruebas de recuperación que sumado a otras calificaciones le permitían lograr los objetivos. Sin embargo la auto-organización se le hacía difícil. El debía simultáneamente prepararse para las pruebas de recuperación así como para las demás evaluaciones y presentación de trabajos. Yo debía estar siempre pendiente de todo y ayudándolo en la organización, y ejecución incluso estableciéndole el orden y prioridad de las actividades que debía ejecutar, y también el tiempo a emplear en la preparación de cada materia. Con cierta frecuencia le chequeaba como iba, o sí en algún problema que no lograba el resultado, le ayudaba a conseguir el error, no pocas veces el error estaba en que había copiado mal la clase o había un espacio en blanco en su cuaderno, justamente porque en plena clase, se dejaba llevar por sus pensamientos, sueños o ideas. Le era fácil "desaparecer del salón". En su mente siempre estaban sus programas favoritos de televisión, los que tenía programados, los que tenía grabando o simplemente  el recuerdo de alguna escena cómica y repentinamente se echaba a reír, sin molestar a los demás, pero sin que para ellos tuviese  algún sentido.  Al respecto, en una reunión o consejo de profesores, un docente dijo que Sebastián era muy inteligente pero que presentaba falta de atención. Una profesora, que si estaba consciente de la condición especial de él,  les comentó a los demás profesores, que los que no estaban concentrados eran ellos, porque Sebastián justamente se concentraba de tal manera en su mundo, que se alejaba del nuestro. Además la profesora explicó acerca de la condición asperger que si había detectado en el joven. Los docentes me llamaron y se extrañaron que yo no les hubiese hecho saber ese información, les expliqué que no lo había hecho, justamente para evitar que lo trataran diferente a los otros estudiantes, y que no se le exigiera por igual. Así se hizo hasta el último día de clases y de exámenes en quinto año. En este orden de ideas quiero destacar que estoy consciente que algunos profesores sí tuvieron un cierto trato especial con él, ya que como su comportamiento era ejemplar, su asistencia casi 100% salvo algún malestar que lo obligara a no asistir, sus fallas no eran por irresponsabilidad sino por no haber oído las instrucciones o no haber anotado la fecha tope para la entrega alguna tarea, o en su defecto, detectaban, que sus compañeros lo  ignoraban y no le habían dado la información; por lo tanto le daban la oportunidad de recuperarse; él sé ganaba eso ya  que siempre era muy respetuoso. Para todo pedía permiso o se disculpaba, y cuando se complicaba se iba a la coordinación a buscar solución para algún problema que se le presentara y se echaba la culpa, y sabía que yo me sentiría incómodo porque él había “fallado”. El llamado de atención de mi parte siempre era el mismo: “Sebastián debes anotar todo, te lo repito siempre; ¿Cómo hago para que estés más pendiente de tus asignaciones?, lo que variaba era mi tono de voz de acuerdo a mi estado de ánimo, y él se limitaba a decir,! si papá!, !si papá!, o se quedaba muy callado.

  

sábado, 23 de noviembre de 2019

Grupos para trabajos y deportes

A partir del segundo año de bachillerato se incorporaron jóvenes  provenientes de otras instituciones educativas. Para su primer trabajo de grupo decidieron que se realizaría en nuestra casa. Solo dos asistieron a ese primera reunión y no aprovecharon bien el tiempo. Me llamó la atención que eran muchachos nuevos  provenientes ambos del mismo colegio, los que se unieron a Sebastián para la realización del trabajo. Sin embargo se inició una relación de amistad, y uno de ellos, Edward,  vivía por nuestra ruta, así que le ofrecimos llevarlo cada mañana al colegio, y aquellos días que regresábamos al medio día a mi casa, también se venía con nosotros. Me tomé la obligación con Edward por cuanto me facilitaba la organización del trabajo con Sebastián. Me informaba sobre las asignaciones y lo que había que hacer, pero a fin de cuenta niño aun, a veces él mismo no estaba al día con las obligaciones, y por lo tanto yo debía correr por los dos. Cuando la conformación de los grupos era de cinco integrantes, Sebastián  era parte del equipo junto con los amigos de Edward, pero cuando los profesores indicaban que los grupos eran solo cuatro, Sebastián se quedaba por fuera. Yo nunca sabía cuándo eran de cuatro o de cinco, sino por la noche al momento de realizar sus trabajos, o el fin de semana era cuando me enteraba de la situación. La primera vez que eso ocurrió me moleste con Edward ya que no me avisó y yo pretendía que el me informara hasta esos detalles, yo pensaba que por el cariño y atención que le dábamos, debía participarle a Sebastián que no estaba con ellos. Pero simplemente lo ignoraban. Cuando esto pasaba, ya los demás grupos estaban completos, así que varias veces debió hacer los trabajos en forma individual como única solución para que no fallara. Otras veces los muchachos discriminados por sus compañeros se unían y hacían un grupo e incluían a Sebastián porque sabían que el haría el trabajo por ellos. Menos mal que los docentes así se lo permitieron. De esta forma se logró mantener Sebastián dentro de un alto rendimiento académico. Yo le pedía a Sebastián que hiciera un grupo aparte de los amigos de Edward, pero cuando ello le decían que trabajaría con ellos el no sabía decirles que no. Estimaba a ese grupo en especial a Edward.
Sebastián participó en todos los juegos inter-cursos que organizaba anualmente la institución. No era deportista pero formaba parte del equipo de football o de basketball de su salón. Jugaba pocos minutos pero el era conforme con participar y generalmente su equipo era descalificado muy rápido, En unos inter-cursos me dijo que se había anotado para participar en ajedrez. Yo le dije que él no sabía jugar. Sin embargo insistió y durante la semana previa a los juegos, hicimos  partidas en la casa practicando lo básico del ajedrez y así con escaso nivel y conocimiento del juego participó en el torneo y por su puesto, rápidamente eliminado, no obstante, él disfruto muchísimo el haber tenido esa competencia. El hecho individual prevaleció sobre lo grupal. A partir de ese momento siguió cultivando ocasionalmente el juego de ajedrez, y participaba en todos los juegos anuales en esa especialidad e incluso, llegó a ganar algunas partidas, pero siempre se quedaba en el camino. En los otros deportes poco lo alineaban porque los muchachos querían ganar y Sebastián no jugaba para ganar. Pero en este aspecto no era el único caso, ya que gran parte de los muchachos no practicaban deporte y solo lo hacían en estos juegos, por la motivación especial  que despertaba competir con los demás grupos de primero a 5to año, durante la clásica "semana del colegio" o juegos inter-cursos. Sebastián se sentía feliz con estas actividades y animaba a sus compañeros.
En General Edward, su mejor amigo, le tenía paciencia; pero no era fácil tener un amigo así, uno que no forma grupos, que no "echa cuentos", que no habla de sus intimidades, que no habla de chicas, y que su único interés eran para ese momento, el cine y los dinosaurios. Así que realmente no llegó a aceptar y comprender la condición especial de Sebastián. Era muy joven para estos análisis y tenía sus propias preocupaciones familiares. Algunas veces se quejaba del hecho que según él, los profesores le prestaban más atención y  eran más suaves en la exigencia académica con Sebastián. Yo los apoyaba a los dos, y traté a Edward como si fuera mi hijo, incluso le inculqué el método de estudio que usábamos, pero él tenía otros intereses, por ejemplo practicaba baseball de alta competencia, tenía muchos amigos, y pasaba mucho tiempo con sus primos, que vivían en otra urbanización, por lo tanto  el tiempo que le dedicaba a los estudios era menor, comparado con Sebastián y de allí la diferencia en el rendimiento académico, a pesar de que Edward es muy inteligente. Por otra parte  concluí que no era fiel amigo, como en aquellos casos cuando lo dejaba por fuera del grupo, sin avisarme y Sebastián no se enteraba y algunas veces llegaba a la clase sin los trabajos porque no se enteraba ya que estaba en ningún grupo, o había algún trabajo especial que Sebastián no había recordado, y que Edward no me había participado no obstante haber estado con nosotros durante el viaje de ida o retorno del colegio. Una vez le llamé la atención al joven por esa actitud ya que percibía que era a propósito para que Sebastián fallara y le hice entrever que Sebastián no se merecía eso, y que en alguna forma yo le ayudaba con el transporte, con la elaboración de trabajos y hasta con clases particulares que no le cobraba, y el joven me respondió con indiferencia. Hable con Sebastián y le dije que tendría que ir buscando otro grupo, pero el era tan noble que cuando Edward lo incorporaba al grupo no se oponía sino por el contrario de mostraba contento. No me quedaba más nada que apoyarlo. Edward sigue siendo su amigo.
Cabe destacar que los grupos se conformaban más por amistad, que por el aporte que podían hacer individualmente al equipo. En todos los trabajos en que participó junto con ellos, siempre Sebastián y otro miembro del grupo llamado Torín, que era el "craneo" de salón y de su nivel, eran los que realizaban las mejores exposiciones. Por eso cuando Sebastián quedaba "liberado", aunque era muy respetado por sus conocimientos y presentaciones, generalmente los otros grupos no lo incorporaban porque ya estaban cuadrados bajos esos criterios de amistad. 

domingo, 17 de noviembre de 2019

Iniciación a los estudios de bachillerato


Inicia la secundaria en la misma institución donde curso la primaria. Toda una experiencia nueva ya que se crean muchas expectativas para los padres cuyos hijos están dentro del rango que se consideran “normales”; para mí significaba todo un reto ya que si bien a mi hijo mayor Rubén, le tocó andar sin mí la aventura del bachillerato, y Miguel, mi segundo hijo, aunque tuvo problemas al inicio de la secundaria, lo pude apoyar hasta que él lo quiso, pero esta vez yo estaba consciente, que la condición especial de Sebastián, me haría hacer un mayor esfuerzo. Ejercí los primeros años de mi carrera como docente en secundaria, y me preguntaba hasta donde los profesores de esta época 2013 y de esta institución, estaban preparados para atender a los muchachos que no estaban dentro del promedio del rango, para responder a las exigencias de esta nueva etapa. Sin embargo mantuve bajo perfil y no informé sobre la condición especial, y Sebastián empezó a asistir a sus clases normalmente, junto con ello, mi tarea para que lograra la rápida adaptación a los bruscos cambios que hay entre primaria y secundaria: de una maestra por aula y algún profesor de deportes, pasó, a un profesor por materia y diez u once materias que atender. Para salir adelante, continuamos con la dinámica del trabajo diario que traía de primaria y además, lo mantuve en el centro de "tareas dirigidas." Sin embargo, yo debía dedicarle tiempo a aquellas áreas, que no eran del dominio de los facilitadores.  Desde primaria le inculque la máxima: clase vista clase estudiada, hacer los trabajos con tiempo y los fines de semana, después de los deberes los placeres. Este modelo  no le gustaba mucho a la madre, por cuanto ella consideraba que eran demasiadas exigencias para el niño ya que algunas veces debía trabajar hasta las 9 de la noche. No obstante, la metodología que yo apliqué, es la misma que puede seguir cualquier estudiante: estudiar dos horas, y un descanso de media hora. Él nunca se mostró fatigado o pedía descansar, al contrario le gustaba hacer sus trabajos y salir bien. Sin embargo, si yo bajaba el nivel de atención o por razones de mi trabajo no lo podía ayudar, mostraba dificultades para la auto organización, aspecto este, que aun hoy en día no ha cambiado y que relataré más adelante.  Esta forma integral de trabajo, le permitió rendir muy por arriba del promedio del salón en las once materias, que comprendían, científicas, generales y complementarias.
Mi mayor dolor de cabeza, al igual como lo fue en primaria, pero que se multiplicó en secundaria, fueron las instrucciones para los trabajos y tareas. Los profesores y profesoras daban muchas instrucciones verbales y por lo tanto, cuando lo buscaba en el colegio y regresábamos a casa, ya no recordaba lo que debía hacer. Para subsanarlo debí ayudarme bien sea directamente con sus profesores, con sus compañeros y también con aquellos padres y representantes que mostraban mayor preocupación por el rendimiento de sus hijos o representados. No pocas veces hicimos llamadas para saber que debía hacer Sebastián y si los trabajos eran individuales o en grupo, si el trabajo era en hoja blanca o en hojas maestro y si deberían hacerlo en lápiz grafito o lápiz tinta y sí era en ésta, de cual color, todo eso porque cada profesor o profesora tenía su modelo y no universalizaban la presentación de los trabajos.  Yo debía estar atento a todos los detalles para poder ayudarlo. Era muy poco lo que recordaba de sus deberes si las instrucciones las daban verbalmente. Y mi receta diaria al dejarlo en el colegio; ¡Sebastián anota todo por favor!, pero no siempre recordaba anotar  en sus cuadernos las asignaciones. Se ponía muy nervioso a la hora de empezar las tareas justo porque había olvidado las instrucciones, incluso las escritas a veces no las tenía completas. Era una lucha para ambos, pero siempre salimos adelante.
Su rendimiento escolar en el primer trimestre de primer año de bachillerato, fue muy bueno, al igual que sus compañeros. Como todos habían hecho una excelente primaria y sus maestras los habían preparado bien en cada una de las áreas, los muchachos no tuvieron mayores dificultades, y dado que Sebastián estudiaba todos los días, obtuvo excelentes calificaciones en la mayoría de las materias. Ya para el grupo era normal que Sebastián se destacara.

martes, 12 de noviembre de 2019

Siguientes vacacionales

Un año después asistió a su segundo vacacional en la misma institución. Ahora mis recomendaciones eran mayores dada toda la experiencia del año anterior, además porque los jóvenes universitarios que habían contratado como recreadores, eran diferentes a los que habían trabajado un año antes y por lo tanto no conocían las condiciones especiales que presentaba mi hijo, ya que parecía más bien un niño retraído que alguien con alguna condición especial. La mayoría de sus compañeros del período anterior también repitieron. De forma tal que no fue difícil hacer que participara en todas las actividades, aportando puntos ganadores a su grupo, que en general le tenían paciencia por algunas torpezas y falta de agilidad en la parte física, comparado con los ágiles, activos y lindos compañeros y compañeras de su misma edad, limitación que compensaba con su aporte intelectual dando respuestas rápidas a cuestionarios y demás actividades de agilidad mental. A sabiendas de esta fortaleza, al formar los grupos de trabajo al inicio del programa, él tenía lugar seguro en alguno de ellos. Las actividades respondían a un programa diario, que con algunas variantes, estaban enmarcadas casi como rutina diaria, que con mucha facilidad cumplía a cabalidad y formalidad. 
En este segundo vacacional hicieron dos viajes a clubes diferentes. Igualmente él decidió que iría solo. Los dos clubes tienen instalaciones muy atractivas para los muchachos. En San Carlos, estado Cojédes hay un club de la fundación del niño. Abundan los llamados "toboganes de agua". Él estaba acostumbrado a lanzarse por esos toboganes. Sin embargo uno de ellos tiene un largo tramo cerrado, y es muy rápido, me dijo que se asustó mucho y no se volvió a subir en ese, sino en los otros.  No obstante él contaba la experiencia riéndose, en el fondo parecía que había disfrutado plenamente la experiencia, no solo de los toboganes sino del paseo en general. Fue un lindo vacacional y en el acto final, recibió su certificado de participación individual y grupal ya que ese año su equipo había logrado una mayor figuración. Cabe destacar, que aunque compartía con su grupo, solo tenía  uno o dos amigos cercanos, pero nunca llegó a la casa comentándolo o pidiendo ir a visitar alguno o que quisiera invitarlos a la casa.  Igualmente, tampoco durante las vacaciones, mostraba extrañar a sus compañeros del colegio. A lo largo del año escolar, no mencionaba nada de la actividad de vacaciones, de sus amigos o de los instructores. 
En su tercer año como miembro activo de los vacacionales, el grupo no viajó, ya que los costos se incrementaron mucho y por lo tanto, decidieron pernoctar en una posada, en lo más alto de la zona de Araure, por la Lucia. Los llevamos al club a las 4 de la tarde y él tomo su transporte y los que teníamos carro subimos con otros representantes para conocer el sitio. En verdad que era encantador, si bien con poco espacio como para albergar tanto muchachos por una noche y mantenerlos  ocupados en diversas actividades, hasta altas horas de la madrugada. Algunos ya llegaban a los catorce años y era mucha tentación el querer realizar actividades personales aparte del grupo. Dejé la posada pasadas las seis, confiado en que pasarían una noche muy linda. Sin embargo a las nueve de la noche empezó a llover, y fue arreciando cada vez más. Algunos padres me llamaban por si acaso yo tenía noticias, y yo llamaba a otros por lo mismo. Fue una lluvia tormentosa y no había manera de llegar hasta allá. Había en el camino varias afluentes y quebradas que sabíamos aumentaban su caudal y causaban inundaciones. No era prudente movilizarse. No quedó más remedio que confiar en que todo estaría bien. No había comunicación telefónica posible. Ellos estaban en lo más alto de una colina.
A las 10 de la mañana del día siguiente estábamos todos los representantes esperando en el club. Algunos habían decido subir con sus carros, pero yo decidí esperar. Llegó sano y salvo. Me dijo que lo paso bien, pero que hubo problemas, ya que el jefe del grupo había intercambiado gritos con los propietarios de la posada durante la noche. Después me enteré que los señores querían, que a las nueve de la noche, los muchachos se acostaran a dormir, ya que no se podía hacer nada por la lluvia, y allí comenzaron los problemas,  los muchachos estaban muy activos. Los coordinadores se las ingeniaron de verdad esa noche. Me informaron que Sebastián caminaba  en el espacio disponible, con su rutina de ir y venir. A nadie molestaba y nadie se molestó. Me contó la historia de la noche anterior sin ningún tipo de emoción.  
Repitió estos vacacionales hasta más allá de la edad permitida, porque su excelente comportamiento lo hacía merecedor de la confianza de estar con niños más pequeños, y la directiva  lo aceptó hasta que ya por su tamaño y su edad, 14 años, sobre salía demasiado del grupo. En general, disfrutó estos períodos de vacaciones. Aprendía haciendo, lo que significaba el trabajo de grupo. La mamá no le gustaba mucho porque él debía levantarse a la misma hora de período escolar, y decía, que el niño no descansaba. Pero él se levantaba feliz para que lo llevara a sus actividades diarias y sus paseos. Compartió en promedio, con 80 muchachos, y nadie lo apartó. Al contrario lo tomaban en cuenta y los facilitadores siempre lo animaban para que participara y lo cuidaban con mucho esmero. Yo compartí esa felicidad de mi hijo.
  

sábado, 9 de noviembre de 2019

Su primer vacional


Sebastián practicó estas actividades a la edad en que cursaba los últimos años de educación primaria y los tres primeros de la educación secundaria. Pertenecíamos al Club Social Luso Venezolano de la zona, y su directiva anualmente organizaba en el período de vacaciones escolares, los llamados “Planes vacacionales,” durante el mes de agosto. Usaban las instalaciones del Club para desarrollar toda la dinámica de recreación y el reto de mantener a más de 100 niños entretenidos, felices, sanos y salvos. No se me hizo tan fácil que el asistiera, la madre tampoco estaba de acuerdo ya que argumentaba que el niño no tendría vacaciones, sin embargo al final decidimos inscribirlo, y él estuvo motivado sobre todo, porque a esa edad, le gustaba la piscina. Había que llevarlo en la mañana y buscarlo a las cuatro de la tarde. La dinámica empleada por los recreadores no le permitía a Sebastián tener mucho tiempo para "escaparse" y participó en todo lo que le proponían tanto física como intelectualmente, integrándose muy bien con todos sus compañeros.  Le llevábamos su almuerzo, aunque almorzaba con su grupo, y luego los muchachos hacían una siesta obligatoria. Se adaptó muy bien a toda la rutina, siempre se veía feliz y hacia comentarios positivos sobre el disfrute del día, cuando lo buscaba después de estar allí 8 horas.

Ahora bien, la mayor preocupación comenzó cuando me dijeron que el plan incluía el traslado durante un día a un club de otra ciudad. Pasaron por mi cabeza miles de situaciones que podían ocurrir, entre ellas que no comiera, que no regresara del baño, que se fueran y lo dejaran solo por allá. Pero allí prevaleció el interés y el deseo de Sebastián de irse de paseo. El día del viaje se lo recomendé a los muchachos mayores y los recreadores me dijeron que no me preocupara, que ellos estarían muy  pendientes. Le dábamos muchas instrucciones y recomendaciones, entre ellas que fuera al baño antes de salir de regreso para que no tuviera tantas horas con la orina acumulada, y que se incorporara al grupo rápido. Bueno la mayoría de los padres hacían lo propio con sus hijos. Tanto la madre como mi persona teníamos amigos adultos que viajaban con el grupo a los que llamábamos, sobre todo a la hora de regresar, aunque a veces no había cobertura o el teléfono ya se les había descargado.
Para el primer viaje le dije a Sebastián que su hermana Dana podía acompañarlo, obviamente había que pagar un adicional que yo estaba dispuesto hacer, con tal que tuviese a alguien cerca. Sebastián me dijo que él quería ir solo, y respetando su decisión se fue de paseo Fue un día muy largo para mí, pero cuando se bajo del transporte, casi a las nueve de la noche y vi su cara de alegría, toda mi preocupación se disipó. Sin embargo, uno de mis temores se confirmó, ya que demoró mucho en el baño antes de abordar el transporte de regreso, el recreador se dio cuenta y fue a rescatarlo. Me dijeron que estaba paradito esperando, ya que su grupo ya no estaba allí.  Casi se queda. Ese primer vacacional fue de gran aprendizaje para todos. Para él su participación en las diversas actividades; para los recreadores, que debían estar muy pendientes de él en los paseos, y para nosotros los padres, que no obstante su autoaislamiento que como conducta tenía,  Sebastián mostro que tenía capacidad de tomar decisiones y manejarlas responsablemente, respondiendo a las exigencias físicas e intelectuales de los trabajos grupales, así como seguridad para viajar sin sus padres.  En la culminación de la actividad recibió su diploma de participación y fue muy aplaudido. Sus compañeros aprendieron a respetarlo y aceptarlo y quererlo tal como era.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Educacion primaria segunda parte




Cuando yo terminaba de trabajar me iba a casa de su mamá o lo buscaba para llevarlo a la mía y revisábamos el cumplimiento de  las asignaciones. Por supuesto estaban casi siempre incompletas o no bien realizadas y generalmente faltaban instrucciones, bien porque no había alcanzado a copiar, o porque eran verbales. Así que opté por colocarlo, por las tardes, en un centro de actividades dirigidas, Mundo Tricolor de Araure, donde lo orientaban y ayudaban en sus trabajos y por lo tanto era menor la revisión que yo debía hacer. A él le gustó mucho, y se esmeraba en hacer las cosas bien, ya que como todo niño después de esas horas de trabajo, estaría libre para sus pasiones infantiles. Sin embargo yo hacía revisiones y correcciones en casa, pero era más liviana la tarea y le quedaba siempre tiempo libre. Una facilitadora estudiante universitaria, fue muy especial, incluso me pedía llevarlo a su casa para preparar materiales para las exposiciones y las maquetas. Aun hoy en día siguen  intercambiando saludos esporádicamente a través de Facebook.


Toda la primaria estuvo asistiendo a este centro de tareas dirigidas y el personal que lo atendió, no obstante mis altas exigencias, lo trataron con mucho cariño, por lo que le gustaba ir a realizar sus trabajos allí. La directora de este centro, profesora Iraima, organizaba actos por la finalización de año escolar y también por las festividades decembrinas; Sebastián participó en todos. Danza, teatro, y pasarela se alternaron durante los cinco o seis años que estuvo en tareas dirigidas, y fue tal el cariño  que le tomaron los directivos y facilitadores, que siguió participando en actos culturales, en calidad de invitado especial,  aunque ya no era miembro regular de la institución. Estas actividades complementarias sirvieron para superar el autoaislamiento haciéndose más participativo. Realmente nunca le pregunté si quería cumplir alguna actividad complementaria, simplemente me preguntaban si él podía participar y mi respuesta siempre fue positiva,  lo cual implicaba llevarlo a ensayos y adquirir la indumentaria que pedían. También en la parte académica logró estar siempre en los primeros lugares. Sus exposiciones fueron siempre brillantes. Le enseñé en esta etapa a organizar la información, como fuente generadora de mapas conceptuales y mentales, para la elaboración de láminas  didácticas, como ayuda para la realización de las presentaciones, haciendo un buen uso de las mismas. Se acostumbró y fue perfeccionando esta metodología, que todos sus trabajos que impliquen una exposición,  son organizados con esta sencilla técnica.

Igualmente participó en todos los actos culturales que organizaban en el colegio, haciéndolo muy bien. Se colocaba sus atuendos sin ningún complejo o pena y nunca mostró miedo escénico, simplemente salía y ejecutaba su número, siempre con el apoyo  del personal docente que lo trataban como a todos los demás niños, con altas exigencias académicas pero con mucho amor y dedicación, y en aquellas actividades para las cuales no era tan hábil, se las ingeniaban para motivarlo al logro, y nunca se mencionó que él tuviese alguna condición especial. No obstante cabe destacar, que cada día se notaba  más, que no participaba en las correrías, travesuras o conversaciones con el resto del grupo durante el tiempo libre. Se apartaba o seguía trabajando, pero a nadie le molestaba esta conducta, en especial con su deambular de un sitio a otro, pero en distancias cortas, y emitiendo una carcajada ocasional, parecía no  estar allí, sino viajando alguno de sus mundos, para ese momento todo lo relacionado con los dinosaurios. Pero ocasionalmente me relataba como una novedad, como algo muy especial, que había estado compartiendo con algún amigo o con el grupo. Así culmino la educación primaria.
 

domingo, 3 de noviembre de 2019

Educacion primaria: primeros años

Con seis años cumplidos, Sebastián inicia la educación primaria en el Colegio Gran Mariscal de Ayacucho de Araure, estado Portuguesa. Lo recibe en primer grado la maestra María, una experimentada docente especializada en lograr la adaptación a primaria, de aquellos niños que aún siguen extrañando el preescolar. La mayoría de las instituciones de preescolar, trabajan con mesas redondas o cuadradas y hay más estrecha relación entre los compañeros y también con el docente.  En cambio en primer grado, a cada niño se le asigna un pupitre, lo cual para algunos pequeños esto les resulta extraño y no les gusta, en tanto que para otros es algo nuevo y maravilloso. A Sebastián le fue igual, para él todo era igual. Sin embargo desde el principio se destacó por no participar en las actividades que inventaban los otros niños en los recesos. Correr por el patio y perseguirse unos a otros, jugar pelota, o competir por algo, no formaron parte de su rutina y la maestra lo calificó como timidez. Generalmente se quedaba quieto y observando, y como los recesos son tiempo relativamente libre de las maestras, no lo conminaban a participar en alguna actividad grupal de iniciativa de los mismos compañeros de clases.
La maestra María, persona especial además de gran docente, consolidó rápidamente el grupo, sin embargo algunos se “escapaban de corral”. Daniel por ejemplo un niño muy fuerte para su edad, acostumbraba a venir corriendo y empujar a los muchachos , los cuales se protegían para evitar los derribara. Lo hizo con Sebastián y cayó hacia atrás rompiéndose el cuero cabelludo. Fui a buscarlo y lo llevé a una clínica donde lo suturaron con 3 punticos. Daniel y su prima mayor eran además de amigos, vecinos de nuestro barrio. Como a los quince días le comenté a la prima de Daniel lo que había ocurrido y le mostré las fotos, señalando que hablara con Daniel para evitar no fuera a malograr a otro niño. Días después me enteré, y me dio tristeza, que el padre de Daniel lo había maltratado por ese evento accidental. Creo Daniel no volvió a empujar a otro compañero en el colegio y no obstante lo ocurrido,  Sebastián siguió apreciando a su amigo.
Costo mucho enseñarle a intercambiar saludos con sus compañeros, al llegar al colegio por las mañanas,  sobre todo de manera efusiva, como lo acostumbraban hacer los muchos con un abrazo y las niñas con un beso en la mejilla, se le hacía muy difícil. Constantemente conversaba antes de dejarlo en el colegio explicándole que debía responder el saludos porque los muchachos y las niñas podrían pensar que los despreciaba. Igualmente cuando encontrábamos personas  adultas, amigos o relacionados, incluso familia, se hacía esquivo al saludo cariñoso. Esta conducta no cambió por el resto de su vida escolar, pero fue haciendo el esfuerzo y sus compañeros y amigos lo aceptaron y comprendieron que él era así y lo respetaban, aunque algunas amigas y familiares lo hacían a propósito de agarrarlo y besarlo para echarle broma, sin caer en el plano de la burla. Hoy en día sigue eludiendo ese tipo de saludo y debo recordarle que debe hacerlo y no rechazar las iniciativas.
Aprendió muy rápido a leer y escribir aunque muy lento en la escritura, pero con una bella caligrafía. Desde preescolar lo orienté a que sus trabajos, informes y exposiciones fueran lo más ordenados que le fuera posible, aunque siempre tenía la tendencia a realizarlos con menos formalidad y los cuadernos a llevarlos sin mucho orden. La auto organización de sus actividades escolares estaba por debajo de su dedicación para organizar las actividades personales. Cumplía algunos deberes pero dejaba otros pendientes. Yo estaba en constante revisión. Se le hizo difícil recordar las instrucciones verbales y fallamos en algunas tareas o asignaciones. por lo cual acordamos con las maestras que las cosas especiales me las enviarían por escrito, y además,  yo diariamente estaba a tiempo en el colegio a la hora de la salida, para que la maestra, algún compañero o representante, me diera algunos detalles, sobre las tareas, recursos y otros materiales que debían llevar para el día siguiente o para alguna otra actividad.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Iniciación músical

Contaba Sebastián 6 años. Acostumbrábamos a visitar los tres centros culturales de las ciudades de Acarigua y Araure. La Casa de la Cultura Carlos Gauna, El museo de Arte, y La Casa de La poesía. Tanto en la Casa de la Cultura como en la casa de la poesía enseñaban algunas artes.  Una tarde me informaron que había un profesor que enseñaba piano en la Casa de la Poesía, Sebastián se interesó y por supuesto que lo inscribí, para que recibiera clases de piano. La primera clase es inolvidable. Se sentó frente al piano y le dijo al profesor que esperara, quien sorprendido se quedó a la expectativa de lo que haría el niño. Él estiro los brazos cruzó los dedos y realizó un movimiento de estiramiento de sus manos, tal cual el mejor de los músicos y luego empezó a golpear las teclas. En ese momento recordé al gato Tom en su introducción a las interpretaciones de piano, que Sebastián imitaba tal cual lo veía en los comics, aunque por supuesto la armonía musical, no salió. Llevarlo a la parte formal de iniciación como estudiante, no le fue tarea fácil al profesor, ya que Sebastián insistía en ejecutar su música.  Asistió alrededor de dos meses y el profesor, se dedicaba a él con especial atención, por considerarlo diferente a los demás estudiantes, y con el transcurso de las clases concluyó  que tenía mucho oído musical pero nunca emitió algún comentario sobre la conducta especial del niño. Lamentablemente el profesor no pudo continuar y se interrumpieron las clases porque no había otro profesor para el instrumento piano en ese centro cultural, y tampoco sabíamos de alguien mas en la ciudad. Años mas tarde volvió a clases de piano.