miércoles, 25 de diciembre de 2019

Acto de graduación


Para 25 de julio del 2018 estaba programado el acto de grado. En el mismo se formaliza la entrega del Título de bachiller acreditado por la República Bolivariana de Venezuela. Sebastián mostraba alegría por la realización de este evento y además había preparado muy bien la petición del título en representación de todos sus compañeros.  El director le había entregado con antelación un párrafo que podía leer o decir de memoria. Quedó en incertidumbre si debía mencionar a las autoridades del Ministerio del Poder Popular para la Educación, o no hacerlo, lo cual se decidiría el día del acto. Él se preparó para los dos escenarios. Ensayamos el breve párrafo a fin de que le diera tanto el volumen de voz, como la entonación adecuada que tendría que hacer la solicitud a través de un micrófono con un equipo de sonido de uso profesional.
Con antelación le dije, que como no tuvimos gastos adicionales por la fiesta y demás actividades que había organizado el comité pro-graduación, le compraría un uniforme nuevo para ese día tan especial. Su respuesta me  sorprendió: “yo ya me fui de ese colegio así que para que me vas a comprar otro uniforme”. Así que del ropero seleccioné el mejor uniforme, incluido el mejor par de zapatos, y estrenó solo ropa interior, que le había comprado la madre, antes de irse en busca de futuro.
El 24 por la noche se duchó y eliminó su barba y completó otros aspectos de su higiene personal. Ese 25 de julio re-iniciamos la misma lucha, levantarnos temprano, tomar el desayuno y empujarlo para que estuviera listo para la llegada del transporte que habíamos contratado. Sin embargo para él no había apuro, todo lo hizo a su ritmo, casi ritual; vestirse, tomar el desayuno, cepillarse, peinarse y perfumar un poquito su camisa. Una vez listos llamé el servicio de transporte.
Nuevamente durante el pequeño viaje al Club Luso Venezolano de la ciudad de Araure, le repetí sobre el encuentro con representantes y amigos, que ya tenía una semana sin ver. Que recibiría abrazos y besos por doquier y que debía corresponder. También revisamos el texto del corto parlamento que debía leer. Yo parecía más bien su secretario privado que su padre. Llegamos temprano al sitio de reunión, y nos dirigimos al salón principal de eventos del club. Nuevamente le recordé mantenerse atento a las expresiones de afecto de sus amigos y conocidos y además le dije: es tu día disfrútalo, permanece más tiempo con nosotros, no de vayas. Se puso serio con esos comentarios pero era la única forma que tenía de mantenerlo pendiente de todo. Sin embargo mientras esperábamos en las afueras del salón, inició su conducta repetitiva de desplazamiento de una parte a otra, pero se mantenía alerta y aceptaba los saludos de sus compañeros y otros adultos, no obstante, no se incorporó con ningún grupo de compañeros, quienes en la medida que llegaban, se reunían alegremente.
Nos organizamos en el salón de acuerdo a lo establecido en el protocolo, el cual había sido ensayado dos días antes, aunque con muchas ausencias, por lo que las instrucciones fueron, orienta a los que no saben, y así lo hicimos. Cada estudiante con sus padres en estricto orden alfabético, los demás representantes, amigos e invitados, se sentaron en la parte de atrás.
El maestro de ceremonias inició el acto con la lectura de la agenda, lo cual me permitió saber con antelación, el momento cuando Sebastián debía hacer la petición del título, así como la ubicación del micrófono que utilizaría. Por supuesto que él no estaba pendiente de esos detalles, y yo le iba informando.
Se veía muy tranquilo, como siempre, una actividad más en su vida, sin mostrar exaltación o nerviosismo, y esto si se apreciaba en muchos de sus compañeros, en especial las bellas jóvenes que se habían maquillado y parecían de mayor edad.
Se fue cumpliendo la agenda y algunos momentos fueron muy emocionantes, daba la impresión que estaba centrado en el acto, aplaudía al oír que aplaudían, más no porque interiorizara el motivo para el aplauso. Cuando el maestro de ceremonias lo nombró para que hiciera la petición del título, fue muy aplaudido, se levantó y  me preguntó si debía nombrar a las autoridades del Ministerio de Educación, y le dije que no, que solamente al director. No había olvidado eses detalle. Un poco antes me di cuenta que no habían devuelto el micrófono al paral desde donde hablaría. Me acerqué furtivamente y se lo hice saber al director de ceremonia, quien al principio no me entendió, pero luego dio instrucciones de que se colocara el micrófono, sin embargo esto se hizo casi en el mismo momento que debía hablar. No mostraba señales de nerviosismo por esa parte especial de hablar ante más de 300 personas. Estaba acostumbrado a esos escenarios por sus actuaciones en música y teatro. Él se dio cuenta de ese detalle del micrófono, y cuando le correspondía dirigirse a las autoridades se tomó un tiempo que se me hizo una eternidad. No sé cuántas cosas pensó el presídium, ni tampoco el público y lo más bajito que pude le dije lee. Claro que se oyó porque yo estaba lejos. Él se acercó y con su tremenda voz en alto volumen preguntó: ¿me escuchan ustedes? Hizo retumbar el salón, las reacciones fueron varias, primero rieron y luego en coro contestaron con un largo sí. Fue su manera de asegurarse que todo estaba bien con el sonido. Procedió a leer la petición del título de acuerdo a lo que tenía en el escrito, e inmediatamente el director contesto: “por la autoridad de la ley les confiero el título de bachiller de la República Bolivariana de Venezuela”. Se armó la algarabía de los muchachos y cuando al fin se serenaron, dieron continuidad a la agenda con la entrega de los títulos y las medallas. Le dije que debía repetir exactamente lo que harían los primeros que le precedían en la lista. Llegaban con sus padres cerca de la tarima, allí se separaban, el graduando subía a la tarima por el lado derecho, saludaban estrechando la mano a todos los docentes en el mismo orden que estaban sentados. El director  les entregaba el diploma, y seguían estrechando la mano del resto del presidio. Alguno de ellos les hacía entrega de la medalla; bajaban por el lado izquierdo donde la madre o un familiar, recibía la medalla y se la colocaba al graduado, quien luego pasaría a una mesa para firmar el acta de recepción de título.  Cuando le correspondió, hicimos todo lo planificado. Lo flanqueamos su abuela materna y mi persona. Mas sin embargo, cuando llegó arriba solo le dio la mano a la profesora que le entregó la medalla, y fue directo con el director, pero en ese momento falló la electricidad y Sebastián no alcanzó a recibir su título. Luego de esperar unos minutos se decidió continuar el acto en la penumbra. El director le entregó su título, luego bajó y me dio la medalla y yo se la pasé a su abuela quien se la colocó y lo beso. Solo con luz de linterna celular pasó a firmar.
Bajo penumbras se continuó con la entrega de la totalidad de los títulos y medallas. El maestro de ceremonias continuó todo a capela, así como las demás intervenciones, a saber, discurso del director, orador de orden, palabras del propietario del colegio, y el orador por los estudiantes, todos lo hicieron con la mejor voz que tenían, sin que se perdiera la emoción del acto, ya estábamos acostumbrados a las fallas eléctricas, una más, aunque en un acto tan importante, no nos afectó mayormente. Obviamente Sebastián prestaba atención cada vez que yo le preguntaba si estaba oyendo. Sin embargo aplaudió mucho a su compañero José Torín a quien correspondió dar el discurso en representación de sus compañeros graduados. Igualmente cuando anunciaron que se entregarían los reconocimientos a los mejores promedios, dijo: ‘’ el mejor seguro que será Torin”. Y así fue y el aplaudió mucho, reflejando gran alegría por ese logro de su compañero. El mejor entre 75 estudiantes. Igual alegría cuando nombraron al segundo y tercer lugar. Sebastián ocupó el quinto lugar aunque no fue nombrado. Al culminar el acto se llenó el recinto de mucha alegría, y la única luz era la de los celulares y cámaras tomando fotografías de los grupos. Nos tomamos las nuestra familiar y como estaba cerca del cuerpo de profesores aproveche para tomarle fotos con ellos; pero él no buscó a ninguno de sus amigos. Solamente los que encontramos camino a la salida. No reflejaba alegría especial por tener el título en sus manos; luego de un rato de ver al resto de muchachos y padres saltando y gozando, haciéndose diversas fotos, nos dirigimos a la salida y pasamos por frente a los diversos grupos y solo accedió hacerse fotos con algunos
Le dije que lo invitaría almorzar por ser un día muy especial y me dijo:” prefiero ir a casa y tu cocinas”. Bueno así culminó  el acto protocolar y terminamos en casa cumpliendo el deseo de Sebastián, me puse a prepararle su almuerzo, mientras sus hermanos y su mama, todos desde el exterior del país, le llamaron, respondiendo con alegría que ya era bachiller, finalmente continuó su rutina, en este caso se puso a ver televisión,  como si no hubiese habido nada especial. Con diferentes sensaciones cada uno de nosotros dos, disfrutamos este día. Había culminado una dura lucha de once años y se había logrado que Sebastián aun con su condición Asperger, estuviera dentro del grupo de los mejores estudiantes del colegio, ganándose el aprecio y respeto de directivos, compañeros estudiantes,  y profesores, y quienes exigiéndole mucho, lo apoyaron.



sábado, 21 de diciembre de 2019

Misa de agradecimiento por graduación

Después de cinco semanas de haber terminado la parte académica, le correspondió a Sebastián cumplir con los dos actos protocolares de graduación. Estos eran, la misa, en una iglesia católica de la ciudad, y el acto formal de entrega del título de bachiller, por parte de las autoridades de la institución educativa, y representantes locales del organismo rector de la Educación en Venezuela, actos que se realizarían en lugares y fechas acordados. 
La misa se planificó para el día 18 de Julio de 2018. Esta actividad fue organizada totalmente por el comité pro-graduación, constituido por padres y representantes, así como los estudiantes que representaban a ambas secciones.
Sebastián por la noche del 17 se afeitó la barba, se lavó el cabello y tomo su ducha correspondiente. Normalmente él no es expresivo ante los eventos, es más fácil saber cuándo no le gusta o no lo quiere hacer, que cuando le agrada algo. Sin embargo se mostraba alegre, aplaudía y daba los típicos saltitos repetitivos, cada vez que yo le comentaba con alegría, que al día siguiente iríamos a su misa de graduación.
Nos levantamos muy temprano ya que es parte de su rutina diaria desayunar.  No recuerdo que haya salido alguna vez a la calle, sin tomar algo en la casa. Cumplir con este aspecto siempre nos preocupamos tanto su madre como yo. Desayunó bien y luego se vistió  a su ritmo. Un ritmo lento y parsimonioso casi ritual, sin encontrar manera de apresurarlo sin crearle estrés. Las instrucciones eran siempre las mismas. ¡Vístete rápido! ¡Colócate talco en los pies! ¿Te pusiste desodorante? Ya viene el transporte apúrate. Todos los días habían sido así y este día no fue la excepción. Ya listos para salir, llamé un transporte particular que había contratado para que nos trasladara, ya que vivimos fuera de la ciudad y el transporte público era un verdadero problema, además, la iglesia quedaba fuera de las rutas convencionales, y sobre todo, porque era un día especial.
Durante el traslado le iba hablando de la importancia y significado de ese acto al que asistiríamos. El no recibió educación religiosa durante los últimos años. Si bien la familia tiene sus raíces en la iglesia católica, salvo la abuela materna, ni la madre, ni mi persona somos practicantes de esa o cualesquiera religión. Le explique un poco lo de la misa y además que se reencontraría con sus compañeros, que lo abrazarían y que las compañeras además de abrazarlo lo besarían. Arrugo un poquito la cara porque nunca la ha sido fácil dar y recibir estas expresiones de afecto ni siquiera con la familia. Le advertí que lo quería ver con sus compañeros, que hoy era un día especial y no podía aislarse que yo lo estaría observando.  Llegamos a la iglesia con bastante tiempo y en la medida que lo hacían sus compañeros de estudio, los iba saludando sin mostrar mayor exaltación o demostrar mayor alegría. Casi como un día normal de clases. La muchachas sabedoras del comportamiento de Sebastián, se le acercaban y mostraban su afecto en este penúltimo día de compañerismo, y el aceptaba y daba su saludo y de ser el caso se dejaba besar, mas no correspondía con un beso en la mejilla.  De cuando en cuando me miraba como diciéndome, bueno estoy cumpliendo tus recomendaciones.
Antes de iniciarse  el sagrado acto, fueron organizados para ocupar los lugares de acuerdo al criterio de los responsables de protocolo. Los estudiantes adelante y los representantes y familiares atrás. Se inició el acto llevando ofrendas al altar y le correspondió  junto con otros compañeros llevar una ofrenda.  Esta la llevaron desde la entrada por el canal central, hasta el altar. Cumplió su responsabilidad sin mostrar ninguna emoción. Pasó frente a su familia sin siquiera mirarnos. Los otros muchachos sonreían pero él no. Estaba ejecutando una asignación más, un trabajo. Luego ocupó su lugar e intercambiaba muy poco con sus compañeros que tenía a ambos lados.
Durante la misa, las lecturas fueron hechas por los estudiantes seleccionados para ello. Un cántico especial por parte de una estudiante, casi una artista profesional, nos trasladó a otro mundo, quizás pasamos cerca del mundo donde en ese momento se encontraba Sebastián ya que mentalmente ya se había ido. La Homilía muy concreta por parte del sacerdote, con un mensaje de optimismo, y apenas haciendo alguna pequeña referencia, a la crisis que vivimos los habitantes de Venezuela. Cuando el sacerdote dijo que nos diéramos unos a otros el saludo de paz, Sebastián no se movió, recibió el saludo de sus compañeros cercanos y se quedó allí. Fui hasta él y le dije que se incorporara a la actividad que todos allí estaban realizando, incluida su familia, y les diera el saludo de la paz. Así lo hizo y en verdad que mostraba satisfacción.
Terminada la Misa, todos los presentes empezaron a reunirse para hacerse fotos con sus más cercanos amigos, y luego con sus familiares. Nuevamente tuve que “empujarlo” para que se reuniera con los amigos para hacerle fotos. No fueron muchas. Le hice fotos con su abuela materna Dilia, y su tío José Rafael. Su madre por razones muy justificadas no pudo estar. Luego nos reunimos en la entrada de la iglesia con los amigos más cercanos y sus familias, para tomarnos más fotografías para el recuerdo, allí posó muy sonriente y se veía que lo estaba disfrutando.
Nos despedimos de todos y nos dirigimos a un centro comercial para tramitar una línea para un teléfono inteligente que le había mandado su mamá como regalo. Esa parte sí que la estaba esperando. Era muy importante ya que era la primera vez que tendría un teléfono de estas características ya que siempre se le dio el más económico, debido a la inseguridad imperante en la ciudad, donde en cualquier esquina o transporte, puedes ser víctima de un atraco y perder tus propiedades. Él nunca pidió un equipo como este y tampoco estaba al tanto de todas las bondades  técnicas de los mismos y menos todo lo que podría hacer. Usaba el mío solo para ver vídeos en YouTube. Bueno no tuvimos suerte ese día y aplazamos esta gestión para la siguiente semana. Obviamente que no le gustó mucho pero nada podíamos hacer. Durante el resto del día, no hizo ningún comentario sobre la misa y su reencuentro con sus amigos y compañeros de clases. Ya en la casa yo le preguntaba su opinión y solo me decía que lo había pasado bien, y como tal, simplemente pasó la página dedicándose a sus actividades personales. Yo lo había pasado muy bien y feliz por la actividad, una actividad que por su condición asperger la disfrutó a su manera, y no podemos saber, a ciencia cierta, que significado haya tenido para él. 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Segundo año de educación diversificada PARTE II

Desde la educación primaria sus exposiciones siempre fueron muy brillantes, y en este último año se continuó utilizando sistema mapa conceptual y mapa mental, y se elaboraba una lámina de papel bond como apoyo para la defensa. Detrás de cada exposición un veinte o un diecinueve, y normalmente al salir de clases me hacía siempre una llamada a mi teléfono para informarme de los resultados, en este caso siempre positivos. Aunque él no lo manifestara,  entendía que para mí era muy importante su éxito. Las dificultades más fuertes las encontró en matemática, física y química.  Estudiaba con esmero todos los objetivos, resolvía todos los problemas y ejercicios que explicaban los docentes, consultaba en Internet nuevos problemas y actividades, vale decir, se preparaba muy bien. Sin embargo no pocas veces los resultados fueron frustrantes, para él y para mí. En algún examen de química se deprimió lo que no era usual, así que yo opté por hablar con la docente quien gentilmente me indicó que se equivocaba en algunos detalles. Sin embargo en el examen, en el cual más del 70% estuvo aplazado, incluido Sebastián, yo encontré que cada pregunta de esa prueba tenía errores del docente; resalte en rojo los errores y le dije a Sebastián que se lo entregara a la profesora para que repitiera la prueba. No era culpa de los estudiantes. Cuando terminó la jornada de ese día, le pregunté que había dicho la profesora y me dijo que no se lo había entregado, sin explicarme porque no lo había hecho. Repitió la prueba junto con los demás aplazados y obtuvo buena calificación. En matemática y física yo no podía ayudarlo mucho, tal como lo había hecho hasta el año anterior, por cuanto ya él sabía de esas áreas mucho más que yo. Sin embargo siempre le conseguía errores en la parte que llamamos la carpintería, sumas o restas mal calculadas, la omisión del signo negativo en alguna cifra y otros detalles que conducían a error en los resultados finales. Pero me daba dolor ver su lucha por salir bien, y sin embargo pese a los análisis secuenciales, inferencias y conclusiones, que hacía en los exámenes, sacaba muy baja la puntuación. Había rumores que los estudiantes que asistían a talleres pagados, que dictaban mismos profesores de las materias científicas, practicaban allí ejercicios similares al de los exámenes. Lamentablemente llevarlo a esas clases significaba más inversión de mi tiempo y dinero. Así que nos la jugamos con lo que podíamos y aprovechaba las pruebas de recuperación, así como algunos trabajos adicionales para mejorar las calificaciones bajas.
Así fue la lucha durante todo el quinto año, hasta el último día de actividades formales, Justo ese día debió presentar  una evaluación de matemática y otra de física. Además debía entregar un problemario resuelto de matemática, parte del mismo lo resolvió  en el colegio porque no había recordado que era para ese mismo día, y además, no tuvo tiempo de hacerlo en casa, pero como sabía mucho, se puso terminar ese trabajo y lo logró y me dijo que le había pedido ayuda al mejor de la clase. Igualmente ese día me enteré que había un problemario de física, el cual debía adquirir, resolver y entregar dentro de un tiempo prudencial. Él no se enteró de tal trabajo. Tampoco me había dicho que debía ensayar un baile grupal que formaba parte de la evaluación complementaria de varias asignaturas. Por la noche me informaron que debía llevar una vestimenta especial. A esa hora a buscar ese traje. Lo hice ensayar los pasos ya que no los ejecutaba bien. Había mucho pesimismo en el grupo, o estaban  pensando en otra cosa, menos en resultados académicos. En el baile grupal también salió muy bien. Al mismo tiempo, debía entregar un informe de castellano sobre una obra de teatro, a la que debió asistir unas semanas antes, ya que un grupo profesional de la capital, vino a presentarla a todos las instituciones educativas de la zona de Acarigua-Araure, en un teatro de la ciudad. De esto si se enteró y me llamó para decirme que había un problema, debía hacer ese informe de la obra a la que había asistido y ya no recordaba nada. Le dije que ya lo resolveríamos. Aunque yo no había asistido a la obra, pero si la conocía, por la tarde de ese día, le organicé la información, y él debía transcribirlo, pero le dije que en la medida que lo fuera desarrollando debía recordar lo que él había visto en el teatro, y fuera incluyendo esa información. Así lo hizo y logró, no solo la máxima calificación sino que ese día, más nadie entregó ese informe. Dos puntos más no les importaban a sus compañeros. Bueno así era  el mundo académico de Sebastián en esta etapa, siempre cumplió con todo y ocasionalmente mostró algún malestar por cansancio o estrés, que los superaba con alguna recreación.
Paralelamente desde el inicio del año escolar 2017-2018 empezaron padres, representantes y estudiantes, a organizar las actividades finales para la graduación. Como sabemos para otorgar los títulos hay un acto formal organizado por la institución educativa, y otras actividades de las cuales puede o no participar la institución. Incluso ya se contaba con un fondo desde cuarto año. Se realizaron sendas reuniones donde se hicieron propuestas. Unos querían fiesta, otros un viaje y algunos solo el acto. Se buscaron presupuestos y una reunión en la cual hubo más peleas que acuerdos, el grupo se dividió. Como había dos secciones, cada una decidió organizar su actividad, salvo el acto de grado, la caravana y la piscina nocturna, que sería común.  Un grupo haría fiesta y otro se reuniría en una granja. Había que hacer aportes económicos periódicos para completar los presupuestos. Por supuesto que Sebastián no opinaba ni participaba en todo ese movimiento pro graduación. Le consulte y decidimos que solo asistiríamos al acto de grado. En noviembre del 2017 ya la inflación iba en ascenso y mis cálculos me indicaban que los presupuestos habría que inflarlos para que estuvieran acorde con el mes de julio del 2018. Mis proyecciones de ingresos y lo de la madre no cuadraban para obtener ese compromiso. Además, en mi opinión, la participación de Sebastián en una fiesta o en una granja, no haría diferencia y allí seguiría su patrón de comportamiento, con el cual se va a su mundo, aunque esté rodeado de sus compañeros. No era algo que para él fuera transcendental y que lo recordaría toda la vida. Sería una actividad más, y además en noviembre del 2017, él  no manejaba a futuro el criterio de graduación, sino que estaba en 5to año y eso se le parecía muy importante. La terrible inflación del 2018 hizo que muchos padres no pudieran cumplir con lo acordado y se retiraron de los eventos, y se quedaron con la parte formal de la graduación, tal como yo lo había decidido antes para Sebastián

martes, 10 de diciembre de 2019

Segundo año de educacion diversificada PARTE I

En octubre de 2017 inició el último año escolar de secundaria, también le llamamos culminación de bachillerato, o culminación de la secundaria, y comúnmente todos los padres decimos, que nuestros hijos están en quinto año, olvidando que legalmente se trata del segundo año de educación diversificada, ya que el sistema educativo venezolano comprende cuatro niveles y seis modalidades cuyas terminologías no nos son familiares. En todo caso, nuevamente el inicio de la lucha para mantener a Sebastián muy organizado y competitivo. Aplicar lo que se había venido practicando en años anteriores: clase vista, clase estudiada; trabajos asignados, trabajos investigados; plan de trabajo para organizar exámenes, trabajos y exposiciones. ¡Anota todo lo que te digan en el salón! Al salir de cada clase me llamaba para darme la información de las asignaciones y me pedía que yo  las anotara. A veces él registraba las tareas, otras veces no, y como siempre se debía llamar a compañeros de clases para averiguar y aclarar dudas. Ya en este año, tenía más confianza de hacer las consultas a sus amigos él directamente, lo único que yo le decía era que no llamara siempre a los mismos compañeros o   compañeras de estudio, para que no se fastidiaran. Algunos tenían paciencia, otros le contestaban que no sabían, algunos no le contestaban, y siempre conseguía a alguien para informarle de algún punto o deber específico que no había anotado. 
Hasta mediados del tercer trimestre de cuarto año él trabajó formando equipo con su grupo que tenía desde segundo año. No obstante, surgen intereses personales de sus miembros como el tener novia, salidas en grupo, fiestas, etc. Por supuesto que Sebastián, no era invitado a estas actividades y finalmente lo apartaron del grupo. En quinto año le dije a Sebastián que siguiera con su nuevo grupo y que hiciera de director. Los muchachos que no tenían grupo eran estudiantes inconstantes en sus deberes y poco les importaba faltar ese día o simplemente no traer las asignaciones y los trabajos y lo más preocupante, sin haber preparado sus exposiciones, Había hecho mucha amistad con otro joven, también con alguna condición especial, y un poco apartado por sus compañeros, pero además no era constante en el cumplimiento de asignaciones y muchas veces faltaba sin ninguna razón, pero era muy inteligente y defendía bien sus puntos. Asumí el reto de mantener los altos promedios de mi hijo aun sin un buen equipo. El investigaba los temas en internet,  les asignaba los puntos a cada uno y cada quien debía llevar su parte escrita en el formato que correspondiera para ensamblar el trabajo y graparlo en la institución, además de listo para la exposición. Al principio no todos cumplieron y se decidió en trabajos posteriores colocar los integrantes del equipo en el informe del trabajo, justo en el colegio, y quien no llevara su parte no se colocaba y se pondría la observación, “fulanito no hizo su parte”. El costo económico de los trabajos lo asumían entre dos o tres  integrantes porque tampoco los demás aportaban, la mayoría de las veces solo David y Sebastián. Igualmente para las exposiciones acordamos que se elaboraría una o dos láminas de papel bond para el uso de todos, pero los costos de las láminas subieron y los muchachos no colaboraban con los gastos, así que decidí que cada quien preparara sus recursos para la exposición. Obviamente que David y Sebastián eran los únicos que llevaban lamina para una mejor presentación de su trabajo y los profesores la mayoría de las veces, solo calificaron el trabajo individual y no el grupal, justo porque ya sabían lo que sucedía con los grupos. A pesar de todo esto, a Sebastián nunca le preocupó si sus amigos colaboraban o no, a él le era igual. Nunca les llamó la atención por irresponsabilidad en la entrega. Me llamaba a mí para informarme que alguno no había cumplido y cuando le preguntaba por el dinero para compensar los gastos, me indicaba que había olvidado pedírselo. Su actuación ante las circunstancias fue por mi influencia,  para hacer que los otros muchachos se preocuparan por sus trabajos y además que aportaran para los gastos incurridos, pero no porque a él le pareciera que eso era relevante.
Dada la difícil situación del país, los docentes dejaron de asistir a la institución educativa para cumplir con sus labores; de la mayoría de las asignaturas que debían cursar en este último año, solamente cinco o a lo sumo seis fueron dictadas formalmente. En materias como castellano, e inglés, así como las asignaturas creadas por decreto por el Ministerio de Educación, a saber, Grupo Estable y Soberanía, no se encontraba profesor que las dictara. La dirección de la institución ha debido ingeniársela para evaluar a los jóvenes en éstas áreas. Bien avanzado el primer trimestre se iniciaron las actividades en la materia Soberanía. Les dieron los contenidos a investigar  para luego defenderlos en plenaria de clase. Había una carga nacionalista en los temas. Oriente a Sebastián hacia lo que el docente quería oír, y él captó la esencia del trabajo. Preparó esas exposiciones manteniendo la posición nacionalista que los venezolanos no podíamos aceptar que otro país pudiera dictarnos pautas o invadirnos. A él le gustó esta posición y fundamentados en la constitución vigente, defendió muy bien, obteniendo las máximas calificaciones. Para el segundo o tercer trimestre el profesor no volvió. Para otras materias sin profesor, prepararon trabajos especiales para poder "darles una calificación”, y también para aquellos casos, cuando algún profesor se desapareció, sin dejar calificaciones. Sebastián cumplió con lo que se le pedía, y no pocas veces algún profesor contratado no volvía, perdiéndose todo lo que los estudiantes habían preparado. En educación física y deportes tuvieron como tres profesores y cada uno repetía los objetivos que había desarrollado el profesor anterior. Fue un año realmente difícil y muchos objetivos no fueron estudiados. Yo ahondé la docencia en la casa, para que Sebastián llegara a la universidad, en condiciones de abordar esa nueva etapa.


jueves, 5 de diciembre de 2019

Vacaciones de cuarto año en el 2017

A mediados del mes de junio, completó todas sus evaluaciones de cuarto año, con excelentes calificaciones. Al llegar el mes de Julio le puse a desarrollar un plan de estudio y actualización, con una duración de dos horas diarias y de lunes a viernes, que incluía revisiones de las materias científicas y elaborar uno que otro ensayo literario o histórico. En cada materia debía lograr objetivos específicos, como repasar aquellos contenidos que le servirían de base para los objetivos de quinto año, sobre todo en las áreas de física, química y matemática.  Además, debía escoger de mi bibliotecas o la de su mamá algún libro de literatura y leerlo. Recuerdo que su hermano Miguel Daniel a esa edad, nunca aceptó hacerlo y se oponía a que lo cumpliera Sebastián, decía que las vacaciones eran eso “vacaciones”. Sin embargo eran tres meses y medio de tiempo que solo dedicaría a la televisión y video juegos, como ya él venía cumpliendo ese programa desde los años anteriores, ese año no fue la excepción. En mi opinión dos o tres horas diarias de trabajo intelectual durante casi tres meses, les da herramientas a los niños y jóvenes para madurar conceptos, que durante el año escolar ven superficialmente, porque generalmente no hay profundidad en la búsqueda de los objetivos, por lo menos en la educación venezolana. Esto es valedero para cualquier estudiante sea o no de condición especial. Sebastián trabajaba solo sin tutor, y al regresar de mis labores diarias, yo revisaba el cumplimiento del programa, y debo señalar, que nunca se desanimó o mostro alguna conducta negativa, por estar haciendo ese trabajo.
En el mes de Agosto le dije que escogiera una entre varias actividades complementarias que podía realizar. La idea era sacarlo también de la casa y que se relacionara con otros jóvenes. El escogió teatro e ingresó nuevamente a la escuela de teatro de la Casa de la cultura Carlos Gauna de Acarigua Araure del estado Portuguesa. El director de teatro era un joven emprendedor, con una dedicación especial por enseñar teatro a niños y jóvenes, y lo hacía muy didáctico y muy ameno. Le mandó a cada participante del taller a realizar su propio guion. Luego él lo revisaba y le hacía las correcciones de rigor y empezaban a ensayar para realizar la presentación. Fueron tres semanas. Obviamente yo me organicé de forma tal de llevarlo al ensayo y luego irme a trabajar para luego recogerlo y llevarlo a casa de su mamá o la mía, lo cual ya formaba parte de nuestra rutina diaria desde años atrás. Se veía muy feliz y sobre todo que el trabajo era su creación y recibió apenas algunos cambios por parte del docente. Salía muy contento de los ensayos. La obra que él escribió la llamó SANTIAGO y trataba de un futbolista un tanto despistado, o más bien poco ordenado, que a la hora de salir a entrenar o jugar no encuentra sus zapatos deportivos y hace un monologo sobre su angustia por no poder encontrar sus zapatos y llegar a tiempo para jugar, reflejando tremendo malestar y disculpándose con sus compañeros por no poder cumplir con ellos. Ayudé al profesor a montar la "obrita" de Sebastián ya que eran como 8 obras en total y poco tiempo para atenderlos bien. Los últimos ensayos los hizo en casa se practicó mucho la dramatización, se corrigió un poco el guion ya que tendía a divagar y no llegar al nudo del problema que planteaba. Vino la presentación y realizó una maravillosa actuación, que le valió el reconocimiento del público, en el cual habían docentes que habían trabajado con Sebastián en tareas dirigidas o en teatro. La crítica le fue buena. La actuación no le fue tan difícil, ya que se interpretó así mismo, y en su obra sacó afuera su problemática de encontrar las cosas justo a la hora de la salida de casa para alguna actividad, no obstante la pregunta frecuente: ¿tienes todo listo Sebas? Si te dije que sí, era la respuesta, pero siempre algo le falta, porque en el carro comenzaba el inventario y por supuesto faltaban cosas. Y tampoco era extraño que durante la mañana estando en clases, me llamara porque había olvidado algo, y no pocas veces debí correr a buscarlas o que su mamá las llevara, porque eran evaluaciones para ese día. Teníamos que ingeniárnoslas para poder apoyarlo. Es normal que los jóvenes se olviden de cosas pero en él se acentúa mucho más. El reflejó en su obra, que el luchaba contra esa conducta, que en el monólogo calificó de irresponsable, aunque nunca en la familia, le hablamos de irresponsabilidad sino de poca colaboración. La palabra irresponsable vino en su argumento en forma espontánea y en su actuación, logró llegar al público con el sentimiento que sentía por no ordenar sus cosas, que forman parte de su vida. Una facilitadora le escribió por facebook que la había hecho llorar. La directora de la institución de las clases dirigidas, que también estaba en la presentación, felicitó al profesor de teatro por el logro de montar esos monólogos donde cada joven dejo lo mejor de sí mismos, e hizo especial reconocimiento a Sebastián. Bueno mi corazón casi estalla y su mamá bien emocionada. 
Luego de este trabajo, él fue invitado a incorporarse a la escuela de teatro como miembro activo de la misma, sin embargo, cuando le di a conocer la información simplemente me dijo que !no!, que esa era una actividad de sus vacaciones y que él se centraría en sus estudios. Fueron sus decisiones y yo se las respeté. A partir de su incorporación al año escolar 2017-2018 no realizó ninguna actividad complementaria, incluso las clases de piano se suspendieron ya que el docente no podía ensenarle más, debido a otros compromisos con instituciones gubernamentales. Lamentablemente en la zona no hay profesores de piano conocidos y ha debido continuar estudiando piano en forma autodidacta, más porque yo lo impulso, y no porque viva la pasión por la música.